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—  Un psicoanalista diría que había algo en mí que deseaba que descubrieras quién era yo en realidad ― como todas las noches previas, dormíamos abrazados, yo por detrás de ella, acoplándome voluntariamente a la curvatura de su espalda desnuda ―

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—  Un psicoanalista diría que había algo en mí que deseaba que descubrieras quién era yo en realidad ― como todas las noches previas, dormíamos abrazados, yo por detrás de ella, acoplándome voluntariamente a la curvatura de su espalda desnuda ―. Me levanté a atender el llamado dejándote servida la evidencia ― Trini dejó escapar aire de su nariz ―. Sos lo suficientemente curiosa e inteligente como para haberlo hecho; estoy seguro que siempre hubo algo que te hizo desconfiar de mí, aunque no supieras qué ― sonrió, aceptando mi deducción ―. Dejé mis documentos a tu merced; no obstante, no me fío que haya sido la única investigación que hiciste a escondidas ― besé su cabello brilloso.

—  Afirmativo, señor Salvatierra ― expresó, relajada, con la cabeza sobre mi brazo ―, hablé con uno de mis compañeros de la primera ― supuse que con Ussain.

—  ¿Seguís en contacto con ellos?

—  Solo con Omar ― confirmó ―. Me costó mucho contactarme con él; eliminaron mi celular de la escena con lo que eso representaba: perder contactos, audios, mensajes de Simón que lo vincularan conmigo...Sin embargo, mis padres recuperaron mi campera de cuero donde una vez, guardé el número del "Turco" escrito en un papel.

—  Perspicaz.

—  Quizás tan solo fue fortuna ― aferrándose a mis manos las besó, dejándolas por debajo de su rostro.

—  Odio la mentira Trini, y si en parte me fui a Buenos Aires a estudiar es porque odiaba cruzarme con Simón y escuchar el modo en que engañaba a mi madre con sus hazañas y proezas de buen policía que jamás fue. Me constaba que andaba metido con gente pesada, pertenecía a un grupo de la poli que hacía allanamientos, robaba evidencias y objetos personales de los domicilios. Descubrí que, en cierto modo, ser abogado me convertía en el antihéroe...todo lo opuesto a lo que él quería hacer creer que era.

—  Huir también te permitió escapar de Sabrina, ¿verdad?

—  ...huir de sus miradas tendenciosas, de sus mensajes indiscretos... ― inspiré hondo y me propuse salir del foco ―. ¿Cómo fue que caíste a los pies de Simón? ― quise comprender su parte de la historia.

—  Lo conocí en el funeral de Irala. Apenas lo vi me dio mala espina. Era arrogante, soberbio, prepotente al hablar...todo lo que odio en alguien ― afirmó, resoplando ―. Él me caía muy mal sobre todo después de amenazarme que me trasladaría a Tierra del Fuego si no accedía al puesto de administrativa al que me confinó. Hasta que un día las cosas cambiaron, se comportó distinto, no sé...como si su cabeza con respecto a mí le hubiera hecho un click... cuando me quise dar cuenta estaba cenando en mi casa y acostándose conmigo una y otra vez ― mi mejilla se apoyaba en su cabeza, oliendo el perfume de su cabello ― . Supongo que a esta altura también sabrás que perdí un bebé...

—  Lo siento...

—  Yo tenía un retraso, cierta sospecha de embarazo...supongo que sucedió alguna de las noches en que él no quiso usar protección...y yo no respeté mi cuerpo ― se refugió en la culpa ―. Mi mamá lo supo...y sin quererlo y sin imaginar que yo no lo sabía, me lo confirmó.

"A un disparo"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora