Sungmin
Se volvió de lado para mirarse en el espejo de cuerpo entero. ¿Estaba ganando peso? Achicó el estómago e intentó convencerse de que su nueva barriga estaba hinchada. Y las ligeras náuseas con las que había estado lidiando durante las últimas dos semanas eran solo por algún bicho estomacal. O el estrés. Ciertamente había tenido suficiente de eso últimamente. No había manera de que una aventura de una noche mientras él estaba con supresores terminara en un...
Seungah irrumpió en su habitación sin llamar —Acabo de recibir una llamada de la Sra. De Bourgh.
Sungmin gruñó, sus hombros cayeron. Un vistazo en el espejo a su más que barriga fue suficiente para enderezarlo — ¿Qué quiere ella esta vez?
–Para cambiar las flores. Otra vez —La dulce Seungah, hizo todo lo posible por ocultar su frustración, pero se le escapó un suspiro. Ella suspiró de nuevo.
Cualquiera que no fuera él pensaría que el segundo suspiro fue provocado por las montañas de estrés que seguían a la Sra. De Bourgh, pero sabía que su fuente estaba en otra parte, en el silencio total que se había hecho eco de sus noches individuales de sexo sin sentido. Habían pasado casi tres meses y ni una sola palabra, llamada o texto había llegado. Para cualquiera de ellos.
Kyung debería haber sido lo suficientemente hombre para romper las cosas limpiamente, no solo dejar las cosas... sin resolver.
–Debería haberlo llamado, —le había dicho Seungah semanas atrás —Es como si me hubiera anulado. Como si solo yo pensara que era importante para él. Luego dormimos juntos y ahora, nada.
Sabía que Seungah estaba sufriendo. Para distraerla, habían estado saliendo con Charlie y Matthew más y más. A menudo, con sus hermanos más pequeños. Matthew no había retomado la búsqueda de Mark, por suerte. Al parecer eso había sido una ocurrencia de una noche ebrio.
Podía entenderlo.
Pero sus problemas personales debían dejarse de lado mientras trataban con la lista de cambios más reciente del cliente más molesto — ¿Qué flores ha decidido ella hoy?
–Rosas y claveles —Seungah se dejó caer en su cama para mirar el suelo.
—Interesantes opciones para la noviezilla —Sungmin se metió la camisa, sintiendo que hizo un mejor trabajo al esconder su abdomen. Se dio la vuelta y miró a Seungah —Realmente no la veo como un tipo de mujer de rosas y claveles. ¿Y tú?
Seungah simplemente se encogió de hombros.
—Cierto. Realmente no me importa, solo quiero que deje de cambiar su maldita mente todo el tiempo.
Seungah dejó escapar una suave risa ahogada — ¿Alguna vez quisiste que hubiéramos rechazado a este cliente?
Sungmin resopló. Se acercó y se sentó junto a ella —Todos los días. Intenté transmitirla desde el principio. No la quería a ella, ni a nadie de su familia, como cliente. Es Charlie quien los quiere. Los ve como una puerta de entrada a proyectos más grandes y un dineral.
–Estoy segura que, en algún lugar, en el fondo, tiene algunas heridas emocionales graves que está escondiendo.
De cualquier otra persona, el comentario hubiera parecido despectivo, pero conocía a su hermana. Ella era tan dulce, el algodón de azúcar no se derretiría en su boca, y ella quiso decir cada maldita palabra. La detuvo y anunció que necesitaban llegar a la oficina —No podemos dejar que nuestra noviezilla piense que no nos importa.
