Capitulo 11

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(Maratón 3/4)

El sonido de las aves y el océano me obligan a abrir los ojos, rápidamente perciben los rayos de sol que emanan por la ventana de la habitación, haciendo que los entrecierre.

Bajo la mirada al brazo que se encuentra sobre mi cintura, lo miro con curiosidad, cuando siento una respiración lenta sobre mi cuello, que ocasiona un hormigueo en toda mi anatomía.

Abro los ojos al recordar que estoy durmiendo con Rayan, sin dudarlo volteo el rostro notando que estamos de cucharita.

¿Qué hago?

Me quedo inmóvil cuando el abre sus hermosos ojos grises, el relame sus labios antes de darme una sonrisa de boca cerrada.

—Buenos días niñita—susurra.

Dios su voz es aun mas sexy cuando se levanta.

—Bu-buenos días—digo nerviosa, me alejo de él un poco hasta recostarme sobre mi espalda observando el techo sin saber que hacer.

Nos quedamos en silencio por algunos segundos.

—¿Puedes mirarme? —pide en voz baja, lo hago.

Su rostro se ve perfecto a la claridad, luce tan suave como la nalguita de un bebe ¿No es ilegal verse así de bien por las mañanas? Me imagino que yo debo verme peor que Justin Bieber cuando no se baña, Rayan sonríe mostrándome sus dientes perfectos.

—Vaya, lindos dientes.

—Y aun los tengo, niña mentirosa. —golpea mi nariz.

—Apenas es la primera noche señor prehistórico.

—Y la primera a tu lado.

No evito sonreír como estúpida.

El se estira mientras da un gran bostezo, quita la sabana que cubre su cuerpo dándome la hermosa vista a su abdomen perfectamente moldeado.

Quito mi vista tragando grueso, siento su cuerpo levantarse de la cama, cuando me volteo el ya no se encuentra.

Me incorporo estirando mi brazo para tomar mi celular para ver la hora, son las 8:57am.

La puerta del baño se abre Rayan aparece en mi campo de vista, el tiene una sonrisa algo sospechosa, ladeo mi cabeza al ver que tiene sus dos brazos escondido detrás de su cuerpo.

—encontré algo.

Siento el calor inundar mi rostro cuando el alza su mano donde sostiene mis pequeñas bragas de piolín...

Oh, Dios que vergüenza.

—¿Es normal que alguien de veintidós años use esto? —la mira con curiosidad, yo en cambio me quedo en silencio sin moverme— También encontré esto—me muestra un sostén negro—Es lindo—añade.

Me levanto de la cama—Rayan dame eso—ordeno caminando a él.

—¿Qué? ¿Esto? —él toma la tela de su pantalón que rodea su cadera y la estira, con su otra mano libre deja caer mis bragas allí. —Tómalo—dice.

Lo miro con la boca abierta, analizando lo que acabe de hacer. Pero como hace eso.

—Niña—alzo la mirada, suelto una carcajada al verlo—¿No me veo sexy?

Llevo una mano a mi boca al ver a Rayan con mi sostén puesto, le queda pequeño haciéndolo ver gracioso. El peina su cabello mientras me sonríe de forma deleitable.

—Oh, Dios—exclamo riendo a carcajadas.

El comienza a caminar como si estuviera en una pasarela—Soy la señora Rayana Cox—frunce sus labios y me tira un beso.

Mi primer amor de verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora