Capítulo 32 Maratón (1/2)

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Las pequeñas caricias sobre mi rostro en forma circular, me hacen soltar un pequeño y ligero gemido.

Mi cuerpo se siente relajado, libre de estrés, debido a la maravillosa noche de ayer.

Me volteo sin abrir los ojos sintiendo el duro cuerpo de Rayan.

Mi ceño se frunce.

Esta... Caliente.

Abro los ojos captando su sonrisa.

—Buenos días—me da un beso.

Su rostro luce pálido, sus mejillas y nariz rojizas con un rastro de mucosidad, la sacude.

Me incorporo de inmediato dejando caer sobre mi regazo la sabana, mis pechos quedan expuestos.

Él sonríe aun mas, manteniendo su mirada fija en ellos.

—Estas ardiendo Rayan—le digo colocando mi mano sobre su frente.

—Por ti.

—No estoy jugando—digo preocupada—Ardes en fiebre.

—Por ti—repite dejando un beso en mi hombro.

Sus labios están calurosos

La temperatura que tiene no es normal, me quema.

Supongo que fue mala idea ir a patinar el día de ayer.

Hago la sabana a un lado quedando en bragas, salgo de la cama rodeándola, Rayan me sigue con la mirada hasta llegar a su lado.

Tomo una playera y me la coloco, él hace un mohín.

—Ven vamos, hay que ir a la bañera para que se te baje la fiebre.

Se levanta liberando un pequeño quejido, me mira con una mueca, por un momento pienso que se pondrá de pie, hasta cuando rodea sus brazos en mi cintura, recostando su cabeza en mi abdomen.

—No quiero—murmura.

—No te estoy haciendo una pregunta.

Trato de quitar sus brazos, pero él aprieta mas su agarre.

Eleva su mirada, sacude nariz.

—Yo me siento bien.

—Tu temperatura me dice lo contrario.

—Solo necesito dormir, contigo.

Levanta mi camiseta metiendo la cabeza debajo de ella, dejando un beso en mi abdomen.

—Estar contigo me hará sentir mejor.—susurra.

Mi corazón comienza a latir con fuerza.

siento que mi Rayan esta volviendo.

Levanto la camiseta, el mira hacia arriba y frunce el ceño.

—Rayan.

—Gatita.

—Rayan Axel Cox, no hablare dos veces, te levantas y te metes en la bañera—digo determinada.

—No me grites.

No evito reír, se esta comportando como un niño malcriado.

Quita sus manos de mi cintura, y se incorpora, él intenta levantarse, pero se tambalea.

Me inclino un poco y él se apoya de mi, rápidamente mi cuerpo siente el calor que emana su anatomía.

Nos dirigimos al baño.

Cuando entramos, camino a la bañara girando la manilla del grifo.

Rayan se queda de pie en una de las esquinas sonriendo mientras ve mis bragas.

Mi primer amor de verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora