CAPITULO III

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Caminé lo más rápido que pude para no tener que cruzar palabras con esa chica, llegue de nuevo a mi celda, quise dormir un poco, pero solo me distraje en mis pensamientos, sentí que alguien llegó, medio abrí mis ojos y era Hailee, logré mirar que se sentó en su cama haciendo gestos de dolor sujetando sus caderas, solo se quedó allí con sus ojos cerrados, imaginé que esperaba que solo pasara ese amargo momento. Me levante solo apoyándome de mis codos.

—Como vas con eso? —Pregunté cuidadosamente, ella negó.

—Las noches son pésimas, y los días, si no se me hinchan los pies, me duelen mucho las caderas o la espalda... —Notaba que hoy el dolor era más fuerte, su voz salía a duras penas. Me senté cruzando mis piernas. 

—Cuantos meses tienes? —Levantó sus manos y con sus dedos me mostró que estaba en el mes seis. —Eres primeriza? —Asintió. Luego de unos minutos, llegó una de las oficiales del ala con unas esposas en su mano derecha, las dos la miramos atentas.

—Lauren Miller? —Solo dijo y me levanté. 

—Tienes visita, vamos. —Me extrañé, miré a Hailee y esta alzó sus hombros.

—Las visitas no son los sábados? —Mencionó ella hacia la oficial.

—Exactamente, pero ella tiene una hoy, tiene algún tipo de problema? —Estrictamente le respondió, Hailee no dijo más nada. —Y usted? —Me miró —Que está esperando!? —Salí y me colocó las esposas, noté como todas me quedaban mirando. 

Llegamos a un salón con muchas mesas, me sentaron en una de ellas, quien me venía a visitar tan pronto y no siendo el día permitido para hacerlo, escuché la puerta abrirse alcé mi mirada y suspiré cuando noté que era mi padre, que quería? Burlarse? Compadecerse de mi? Viene arrepentido? Fuera lo que fuera, lo que me hizo no tiene perdón. Al sentarse frente de mi, la oficial que me había traído venía quitarme las esposas. 

—No, no haga eso, trataré de ser muy breve. —No dejó que me las quitaran, ahora mi ira iba en ascenso.

—A que viniste? Temes que arremeta contra ti? —Frunció sus labios.

—Mira no seas inmadura. —Reí sarcásticamente. —Como te tratan? 

—Bueno no llevo mucho tiempo que digamos, es más eres parte de mi bienvenida tu también? —Le contestaba de mala gana. 

—Verás no me gusta que mi hija esté en la cárcel, eso no se ve muy bien en mi circulo social, trataré de sacarte lo antes posible. Además solo son seis meses. —No podía creer lo que decía yo estaba aquí por culpa de él. 

—Tu eres el que debería estar pudriéndose en un lugar como este, tu eres el criminal maldita sea! —Golpeé la mesa, la oficial se alertó, pero él la detuvo. —Ya dime de una vez que es lo que quieres!?

—Manten la calma, solo quería venir a ver como estabas... Y para decirte que puedes salir en unas semanas, pero... —Lo miraba con mi ceño fruncido. —Dile a tus queridas amigas en el hospital que se queden quietas, a lo mejor te escuchan a ti, al ver que si siguen metiendo la nariz en donde no les importa, tu eres la que vas a pagar. —Sus palabras me hacían querer matarlo. 

—Que carajos estás diciendo? —Se levantó frente de mi, haciéndome sentir muy pequeña.

—Que pudiste haber terminado tu servicio comunitario en el hospital, y ahorita estuvieras con tus pacientes nuevamente. —Mis puños se apretaban cada vez más. —Pero no, tu y tus compañeras que se hacen llamar doctoras, estaban de metiches en mis asuntos. 

—Y dejar que siguieras con tu tráfico de insumos médicos!? Cuando todo el hospital se venía abajo por tu culpa. —Agarró mi brazo muy fuerte.

En el lugar que estuvimos. | Camren.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora