CAPÍTULO XXXII

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Miré a Martha acercarse, ya su paso era lento y se veía cansada, necesitaba hacer algo por ella para que se sintiera mejor, pero aun no sabía que, se sentó frente a mi, dio una gran bocanada de aire al hacerlo.

—Que bueno que viniste. —Secó un poco de sudor que corría por su frente. 

—Bueno tu no llamas porque solo quieres saludar. —No quise sacarle temas con respecto a su salud, sabía que me daría una de sus malas contestas.

—Tienes razón, hace días vino Ally a verme. —Fruncí mi ceño. 

—Ally? —Asintió —Desde que salió de la cárcel, perdimos totalmente el contacto, ¿Como está ella? 

—Pues está bien, pero las necesita. —Negué sin entender. 

—Nos necesita? A mi y quien más? —Me miró incrédula. —Ya entiendo... Camila. Y por qué no me contactó a mi, o a Camila? Creo que ellas si se han visto. ¿Que es esto? Una búsqueda del tesoro?

—Escucha primero bien? Tiene sus razones. Primero lo debías saber tú y que bueno, en parte cumplieras tu promesa. —La quedé mirando sin entender nada. —Como estás con Camila? Ya son tortolitas nuevamente? —Rasqué mi cabeza, me sentía algo ansiosa.

—Lo siento pero no entiendo nada, de que promesa hablas? Podrías ir al grano? Y Camila y yo estamos en un periodo de no decir que será de nosotras, pero créeme estamos mejor así. —En ese momento vino un oficial hacia nosotras. 

—¡Reclusa, se te acabó el tiempo, tienes que ir a cumplir tu turno en la cocina! —Martha bajó su cabeza. 

—Eso es lo que me está matando cada día. —Dijo entre dientes, sus palabras dolieron. 

—Ya aquí no eres la jefa, no? —Pregunté apenada. 

—Quise serlo, pero ya estaba muy cansada para volver a escalar, y pues necesito comprar mis cosas, ya el dinero no me lo traen otras idiotas a mi celda. —Suspiré. 

—Deja todo eso, yo te daré el dinero que necesites para que estés tranquila, y tengan que soportarte por mucho tiempo. —Sonrió.

—Gracias, pero déjate de cursilerías! Y anota esta dirección que me tengo que ir. —Hice lo que me dijo. 

—Pero espera! —Se volteó. —No me dijiste nada en concreto. 

—Solo ve... Por cierto saluda a Camila de mi parte y disculpen todo lo malo que les hice en el pasado, hoy me doy cuenta que eso no me iba a dar un puesto ni en el mismo infierno. —Sonreí a medias.

—Todo olvidado, te vendremos a ver, bien? —No dijo más nada y se marchó.

Me monté en mi coche, fui a la dirección que me dijo, llegué estacionando cerca, era un edificio algo viejo, entré, subí unos cuantos pisos, respiré profundo y toqué la puerta.

—Lauren! —A penas nos vimos, nos dimos un fuerte abrazo.

—Ally me hace tan feliz verte! —Nos separamos, me invitó a pasar. 

—Entonces fuiste a ver a Martha. —Asentí —Quieres algo de tomar? —Se dirigió a la cocina. 

—Un café no estaría nada mal. —Me sonrió. —Me dijo que tenías algo que decirme. —Oí como se le cayeron unas tazas, gracias a Dios no eran de vidrio, fui de inmediato ayudarla. 

—Como que no te dijo nada? —Me quedé mirándola con una expresión confusa. —Se supone que si tu venías, era porque estaba dispuesta hacer esto. —Ahora tenía miedo. —Es que hasta en sus últimos días, sabe como fastidiarnos. 

En el lugar que estuvimos. | Camren.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora