CAPÍTULO XXXVI

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—Siempre me he preguntado que es tener una familia, llegar a casa y sentir ese calor, esa paz de ser recibida por personas que te quieran, que se sientan contentas que estés devuelta. —Camila solo veía el atardecer, mientras estábamos sentadas en el patio.  

—Nunca tuviste una familia así? —Negó, le dio una inhalada a su cigarrillo. —Yo creí tenerla, pero gracias a Dios, me di cuenta temprano de la clase de alimaña que era mi padre. 

—No, mi madre era la única persona que tenía esa intención, me refiero a formar esa clase de hogar, pero cada quien andaba en su propio mundo, lo único que importaba era lo que había para cenar. —La miré algo triste. —Aunque por más que quiera eso, al salir de aquí, quiero viajar, quiero conocer lugares que tenía planeado ir, aunque todo eso se fue a la mierda en estos cuatro años que llevo aquí. —Alzó sus hombros resignándose. —No culpo a nadie, cuando sé que la culpa es totalmente mía. 

—Ya habrá tiempo, eres joven y cuando salgas de aquí aún lo serás, procura portarte bien. —Sonrió. 

—Procura estar soltera cuando salga, para poder hacer todos esos planes juntas. —Le di un rápido beso. —Sé que no te gusta planear, pero por mi has un intento.

—Seguro que sí. —Tiró su cigarrillo al suelo, para darme un gran abrazo.

Me recordé de mi ligera siesta, esperando aún que Camila saliera de cirugía, sueños como este, los he venido teniendo desde que empezó todo esto, estrujé mis ojos, y me acomodé mejor en la silla donde estaba. 

—Ten lo necesitas más que yo. —Llegó Normani ofreciéndome una taza de café, tomé y me quejé un poco, de lo caliente que estaba. —Amiga es café, no helado, aun estas muy cansada.

—Que ha pasado? —Pregunté sin importar su leve observación a mi estupidez. Se sentó a mi lado.

—Aun no han salido, pero fui a ver un momento y se ve que tienen todo controlado, esperando que no haya sorpresas.  —Asentí, miré a mi alrededor.

—Y los amigos de Camila? —Alzó sus hombros.

—Sé que, él que usa el bastón... —Rodé mis ojos.

—Gabriel, se llama Gabriel Normani. —Se excusó con sus manos disculpándose. —Espero que te refieras mejor a tus pacientes.

—Lo siento lo siento. —Negué apenada. —Dijo que vendría en un momento, a lo mejor está en la cafetería. 

Nos quedamos hablando para pasar el tiempo, discutimos algunos casos, en los que ella estaba trabajando. 

—Chicas.. —Rachel se apareció detrás de nosotras, nos levantamos viéndola expectante. —Todo salió bien. —Nos abrazamos entre las tres. 

—Espero que tu querida Camila se dedique a despertar esta vez. —Normani siempre con sus comentarios fuera de lugar. —O si no, tendrás que darle un beso, a ver si esas historias son verdad.

—Gracias por apoyarme en esto. —Una lagrima que corrió por mi mejilla, Normani la limpió. 

—Tu harías lo mismo, por nosotras y uno de los nuestros. —Asentí. —Y ya vemos que Rachel y su año y medio en neurocirugía sirvió de algo después de todo, aunque sea para asistir. —Reímos. —Amiga es que no entiendo aún después de todo estos años, elegiste ser endocrinóloga. 

—Puedes superarlo por favor!? —Yo no podía dejar de reír. —No sé como aún somos tus amigas.

—Porque soy fabulosa! —Con su mano le dio un ligero toque a su cabello. 

En el lugar que estuvimos. | Camren.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora