CAPÍTULO XXIV

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Entramos a un pequeño café que estaba a unas cuadras más abajo del hospital, me ofreció mi asiento y después se quitó su chaqueta para sentarse, hoy cargaba una camiseta negra con unos blue jeans y unos zapatos deportivos, esta debería ser la oficial de policía más bohemia que podría haber visto, pensé. La camarera nos trajo el menú, yo pedí una ensalada con pollo sumando un jugo de mora, Camila también pidió lo mismo, solo que agregó unas papitas fritas.

-Así que detective? -Fue lo primero que se me ocurrió para entablar una conversación.

-Si... Bueno aún no, estoy en entrenamiento. -Se oía muy tímida o nerviosa. -Quería disculparme, por lo de ayer.

-Tranquila, era una tensión bastante incomoda. -Bajó su mirada. -Pero me alegra de que estés bien y vaya! Oficial de policía? Eso si que me sorprendió. -Sonrió.

-Es una historia algo extraña pero nada épica. -Me quedé en silencio esperando que siguiera. -Bien, por donde empiezo...

-Tenemos tiempo. -Acomodó su cabello desviando su mirada.

-En realidad es lo que necesito -Alcancé a escuchar lo que dijo entre dientes. -Los trabajos no eran buenos, para una ex-presidiaria integrarse a la sociedad es muy difícil, no podía ayudar en ningún sentido a mi familia, además que era un peso más, duré durmiendo en el sofá unos cuantos meses, entonces en unos de esos días que te quieres dar por vencida, venía devuelta a casa, y miré un anuncio de reclutamiento para el ejercito. -Su expresión era doliente, sus palabras salían con gran dificultad.

-El ejercito!? -Dije algo sorprendida, asintió.

-Si, pero llegué tarde, y no cumplí con todos los requisitos. -Hicimos una pequeña pausa, cuando nos trajeron nuestra comida. -Uno de los chicos que estaba allí fue él que me ayudó, hoy en día seguimos siendo buenos amigos...

Flashback

POV CAMILA.

Ya no sabía que hacer, necesitaba independizarme, poder tener un buen sustento, estos trabajos que solo me daban para sobrevivir la semana hasta tenía que organizarme a que hora tenía que comer, no podía darme el lujo de tener las tres comidas al día. Esto tenía que ser mi mejor oportunidad, aunque no estaba segura de lo que estaba haciendo, pero la desesperación era devastante.

-Buenas tardes. -Dije al hombre uniformado que estaba en la recepción.

-Hola, bienvenida. -Me respondió sonriente -En que puedo ayudarte?

-Hace algunos días vi un anuncio del reclutamiento. -Nerviosa le di una carpeta, el la recibió, se la quedó viendo unos minutos.

-Srta. Johnson, gracias por esto, agradecemos cuando una mujer quiere alistarse, pero... -Suspiré -Hasta hace dos días cesamos el proceso, además que le faltan algunos requisitos, como las referencias personales, y actualizar este récord penal, no lo hace desde hace seis años.

-Digamos que si tengo uno actualizado, pero va aparecer que estuve en la cárcel. -Dije apenada.

-Eso no importa, aquí lo vemos como una forma de reivindicarse y lo hace sirviéndole a su país, pero este año no será. -Asentí triste y salí.

Me senté en uno de los bancos cerca, dejé mi bolso a un lado y coloqué mis manos sobre mi cara, que era lo que debía hacer ahora? Seguir con mi vida, trabajando en esa biblioteca arreglando cientos de libros, no es que no me gustara, pero no me daba lo suficiente. Tenían razón las chicas en la cárcel, al salir disfrutas solo unos minutos tu libertad, después tienes que enfrentarte a la vida real, a la nueva vida que te espera, con cambios de ciento ochenta grados, agarré mi bolso de nuevo y miré mi cartera solo tenía unos cuantos dolares, respiré hondo, vi como el chico de la recepción salía y venía hacia a mi, noté que caminaba con un bastón.

En el lugar que estuvimos. | Camren.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora