CAPÍTULO X

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   Pasé el carrito algo nerviosa, sin ver mucho a las personas que estaban allí, no era de sorprenderme pero si lo hice un poco, y al ver eso mis dudas se aclaraban aun más, estaban Palmer y Montenegro, las oficiales que esa noche nos ayudaron, pensé que eran leales en su trabajo y no jugaban sucio, pero ahora mismo no tenia el tiempo para resumir cosas.

—Johnson reparte toda la comida primero, bien? —Me dijo Montenegro, yo solo me limité asentir. —Ella está en la número ocho.

   Hice lo que me pidió, creo que la calefacción estaba dañada, el frío estaba insoportable, bueno creo que estos sitios necesitaban estar así, pero esto era una exageración, en fin. Terminé mi trabajo y me dirigí hacia Lauren. Al entrar estaba dormida, saqué su comida y la dejé en la mesita que estaba a un lado, ya no tenía la mascara de oxigeno, eso era una buena señal, no? En su cara se notaban los golpes, en su mano tenía una férula, que jodida esta situación.   

   Llegó la doctora del lugar, me sobresalté pero tampoco parecer una sospechosa, yo solo vine a dejar la comida, no quería incomodar, así que me conformaría con solo verla y el saber que estaba bien.

—¿Como está doctora Wilde? —La educación nunca estaba demás.

—Johnson, hacía tiempo que no te veía por aquí. —Me sonrió, dejó unas cosas en la cama, y empezó a colocarse unos guantes, usaba lentes pero eso no ocultaba sus ojos color miel, su piel blanca y su cabello castaño ondulado, además que su actitud era muy agradable. 

—He tratado de no meterme en problemas. —Mencioné algo tímida. La doctora Emma Wilde, siempre ha sido buena con nosotras, tenía unos cuarenta y cinco años, lo único que sabíamos de ella, es que cuando era más joven se metió en grandes líos que la llevaron a la cárcel, y para no perder su licencia acordó con el juez trabajar en un sitio como este hasta su jubilación, vaya golpe a sus planes de vida. 

—¿No meterte en problemas? Será no meterte en problemas que te traigan aquí —Vaya mi reputación. 

—Vamos a dejarlo hasta allí entonces. —Se acercó a Lauren y empezó a despertarla, yo recogí mis cosas para marcharme. 

—Espera Johnson! Ya que estas aquí ayúdame, la chica que lo hace no ha llegado y yo necesito adelantar el trabajo —Volví al lugar, miré a Lauren y pude ver una media sonrisa en su rostro al verme, yo también hice lo mismo, gesticulé un hola en mis labios.

—Claro que tengo que hacer? —Me acerqué un poco más. 

—Vamos! Realizaré una cura en su abdomen, así que colócate unos guantes y quita el vendaje que tiene con mucho cuidado. —¿Una cura? Esto si que no me alegró, yo no sabía hacer lo que me pedía.

—Mejor lo hace usted, no quiero estropear nada. —Dije nerviosa, Lauren sonrió. 

—Lo harás bien, solo mantén la tijera siempre elevada cuando cortes, sin prisas. —Me dijo y la doctora asintió. Respiré profundo. 

—Olvidaba por completo que eres colega Lauren —Añadió Wilde. —Saben que? Creo que estarán bien, sigue las instrucciones de Lauren, necesito aplicarle un tratamiento a otra reclusa que me llevará mucho tiempo, no hagan nada de lo que me arrepienta, confío en ustedes. —Se marchó. 

—Bueno ahora solo quiero hacer esto. —Dije, y me acerqué a ella dándole un dulce beso en su frente. —Lo siento, esto es mi culpa. —Susurré. 

—Ya eso no importa, no es tu culpa.—Negué. 

—Claro que sí, dime quien fue quien te hizo esto —Respiró profundo. 

—Ayúdame a cambiar este desastre y después hablamos si? —Sus ojos fueron suplicantes, así que le hice caso, levanté la sábana para empezar, al quitar el vendaje tenía un herida a un costado de unos ocho centímetros, casi lloro pero me contuve.

En el lugar que estuvimos. | Camren.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora