CAPÍTULO XVI

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Después de bañarme y tratar de comer un poco, algo que no logré con éxito, como venía pasando estas ultimas horas, ya se hacía la hora de la cena, me senté en el patio, nunca había estado en tanto silencio este lugar, tenía mi cabeza gacha clavada casi entre mis brazos, escuché que unos pasos se acercaban a mi.

—Vas a pasar aquí toda la semana escondiéndote? —Levanté mi mirada, era Camila. Tenía dos vasos en sus manos. —Traje café, Ally tomó un poco de la lacena de las oficiales. —Lo tomé con una media sonrisa.

—No me estoy escondiendo, la niña? —Pregunté dando un sorbo a mi bebida. 

—La tiene O'Riley. —Negué. —Ya llamaron a servicios sociales no deben tardar. —Me quedé sin decir mas nada. —No quiero que te sientas culpable, nadie aquí te ve de esa manera. 

—No lo hago, lo que tengo es mucha rabia Camila. —Mis ojos se cristalizaron, abrazó mi brazo recostando su cabeza en mi hombro. —Al llegar aquí pensé que mis días estarían contados, que no iba a salir viva, o que esto sería un infierno, pero nunca imaginé, conseguir personas increíbles que tienen tanta mierda en sus vidas y siguen contando las horas para salir, como si allá fuera todo será más fácil y no! Solo se conforman con el hecho de que serán libres y aun así teniendo esa poca fe, muchas no pueden lograrlo.

—Con la libertad, podemos hacer mucho. —La miré de reojo. —No hace falta tener todo arreglado, cuando eso lo hacemos nosotras mismas, armamos y desarmamos nuestra vida. 

—Nunca me imaginé quererlas, preocuparme, sentirme feliz cumpliendo una rutina, y eso que casi muero así que llámame loca... —Reímos débilmente —Nunca imaginé enamorarme. —Sentí un poco más de presión sobre mi brazo, como si estuviese aferrándose. 

—Lo siento, por tampoco ser una realidad para ti. —Esta vez me giré para mirarla de frente. —Aun me quedan algunos años y no puedo retenerte a que me esperes. 

—Eso no lo decides tú. —Le di un suave beso en sus labios, para después abrazarnos por varios minutos, donde mis lagrimas estaban al borde. 

—Puedes llorar, no es malo hacerlo te libera de muchas cosas, puedes llorar y nadie te puede juzgar... —Mas la sostuve en mis brazos. 

Estuvimos alrededor de dos horas conversando casi de cosas que no tenían sentido, pero lograban calmarme, yo esperaría a esta chica todo el tiempo del mundo, su sonrisa, su manera de tratarme, de preocuparse, de estar para mi, de quererme, tenía miedo de yo no estar de devolviendole eso, pero no podía darme cuenta en donde podría fallarle, le tenía miedo a perder esto, al salir. 

—Lauren... —Escuchamos a nuestras espaldas, pensé que ya teníamos una amonestación por no entrar a la hora, pero en este punto casi nada me importaba, me volteé. 

—Emma... —Solo dije. 

—Necesitamos hablar. —Solo se giró y empezó a caminar, me extrañé y Camila me dio un leve empujón para que la siguiera. 

—Hablamos luego, parece importante, solo mantén la cordura, yo entraré por la zona de carga para librarme del castigo —Se alejó y yo seguí a Emma. 

Entramos a su oficina, no antes sin ver que aun no se habían llevado el cuerpo de Hailee, ¿Que estaba pasando? Vi que Montenegro y Palmer estaban allí también. Nos sentamos, noté que estaban varias carpetas esparcidas en su escritorio. 

—Ten... —Me entregó una de ellas, la abrí y vi un informe, donde salía el nombre de Hailee. —No perdió el tiempo, mientras ella moría, ya estaban haciendo su papeleo fuera de aquí.  —Leí por unos minutos, al descubrir algo que hizo que me hirviera la sangre. 

En el lugar que estuvimos. | Camren.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora