Capítulo 53 🎻

1.9K 83 0
                                    

Reunión con la psicopedagoga. Inútil. Completamente inútil. No me interesa que esa mujer sepa nada de mí. O sea que suprimí cualquier situación relacionada profundamente con mi vida, todo eso lo mandé al fondo del mar y le hablé de la superficie. El agobio de terminar el colegio, no tener la certeza de qué querer estudiar, de qué quiero de mi vida. Porque lo que estudie va a determinar eso, bueno, sí, podría cambiar de carrera si algo no me gusta, pero la idea es que no. La idea es terminar el secundario, saber que estudiar, recibirme, posgrado y así. Si no sabés con certeza se siente líquido. Hay veces que en medio de toda mi solidez me siento completamente líquida. El tema de dejar de cursar con mis amigas, inclusive irme si lo que quiero estudiar no está acá. No es mentira, es superficie. Hay más. Y creo que ella lo sabe. Me escuchó atenta detrás de sus anteojos de marco grueso. Asentía con la cabeza, tomaba notas. Quedamos en vernos la semana que viene. Y más vale que invente algo porque ya no me queda mucho de qué hablar. A menos que bucee realmente en mí. Pero dudo.

  Y después de clases con Rosario teníamos la primera reunión con Veneno y sus secuaces. Todo el día estuve pensando en ir al despacho del director y decirle lo que pensaba de su desición de hacerle dar una clase magistral de asesinos en serie a la víctima de asesinato. Cualquiera. Pero no junté el valor.

  León faltó otra vez. Rarísimo. No mandó mensaje. Ni siquiera aparece en línea. Como sea, yo no le puedo escribir. Por momentos, mientras no escuchaba a una de las profesoras, pensé seriamente si León es real. ¿Existe o me lo imaginé? Me reí sola. Rosario me miró como diciendo "¿qué onda nena?". Pero por ahí solo lo vi yo todo este tiempo.

  Sonó el último timbre del día. Con Rosario nos miramos odiando el momento. Pero no quedaba otra. Habíamos arreglado con las otras reunirnos después de almorzar en la cafetería. Lugar público para no asesinarlas de una. Aunque probablemente era lo que iba a terminar sucediendo. Eso era un desastre asegurado. Wanda y Tania no lo podían creer.

  Y nosotras tampoco.

Intermitente RafaelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora