Capítulo 59 🎻

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  Y si había un lugar donde sentía estar era con León. Aunque él no debía tener muchas ganas de verme después de lo que había pasado esa mañana. Y no tenía energía para hablar con él, explicarle que con Simón nada y que había visto a mi papá. Sabía que lo más probable era que si le decía lo de Manuel se diluyera el resto. ¿Qué era lo de Simón al lado de eso?, pero si había una chance de que él a pesar de todo siguiera enojado, ese día de reencuentro con papá no podía sentir un rechazo. No me sentía con la energía suficiente. 

  La casa es la misma, Minerva es la misma, los olores y objetos los de la mañana, y a la vez, todo parece otro. Como si hasta los espacios tuvieran otras dimensiones. Cada paso, otro peso. Ni tengo hambre. Y eso es rarísimo. 

  Le abrí la puerta del patio a Minerva que me saltó, sus dos patas delanteras contra mi pecho. La bajé mientras le acariciaba la cabeza y subí a mi cuarto. Entorné la puerta una vez que ella entró conmigo, dejé la mochila junto a la cama y me tiré así como estaba, con los zapatos puestos.

  Me quedé en posición fetal mirando la ventana. Como si hubiera corrido mil maratones, agotada, extenuada, arrasada; respirando, solo podía respirar.

Intermitente RafaelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora