Oscuridad

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Sophie mira el reloj de sala en silencio, observando como cada vez las manecillas se mueven más lento. El reloj marca las ocho con un cuarto, hace más de tres horas que Azael se fue en busca de la última niña. Junto a las otras dos y Lucía.

Pero la rubia de ojos verdes no fue por una única razón, sus deseos de matar. La presencia de Azael ya no le está surgiendo efecto, cada vez más siente esos increíbles deseos de matar a un mortal. Por eso mismo ella ha auto decidido encerrarse en una habitación de la base canadiense. Resguardada desde afuera para que nadie entre y salga.

Es más que todo un encierro para sí misma. La rubia se deja caer en la cama y continúa mirando el reloj con impaciencia.

El reloj marca las nueve de la noche y en ese mismo momento aparece el arconte. Sophie se sienta en la cama y le sonríe.

—Lamento el retraso. —se disculpa él. —la última niña es de aura blanca, no como la segunda...

Sophie se pone en pie y camina hacia él, toma su rostro en sus manos y lo besa. Azael tarda en reaccionar dos segundos hasta que vuelve a la realidad y le corresponde el beso poniendo sus manos en la cintura de ella.

Sophie le da carta blanca al abrir sus labios y el arconte comienza a saborear el interior de la rubia. Los dos comienzan a dar pequeños pasos hasta caer en la cama, él sobre ella.

En menos de dos segundos se convierte en una batalla de lenguas. Sophie lleva sus manos a la espalda se él y sujeta el borde de su camisa blanca. La chica comienza a levantarle la camisa hasta que la logra sacar por encima de él, Azael hace lo mismo con ella pero solo le toma jalar la blusa y esta se rompe. Dejando a la rubia en un corpiño negro con encaje. Los ojos del arconte miran atentamente la obra maestra que tiene debajo de él. Sophie lo toma del cuello y lo acerca a sus labios.

El arconte deja los labios de la chica para comenzar a bajar por su cuello.

—Azael. —susurra ella. Y con un movimiento ágil el arconte queda debajo de ella.

Azael sonríe al ver el cabello alborotado de Sophie. Ella se acerca a sus labios pero la besa solo la comisura comenzando a descender con pequeños besos hasta su cuello, la rubia inspira su olor y sonríe.

Dejando caer el peso de su cuerpo totalmente, Azael la envuelve en sus brazos y besa su cabello.

—Sabes. —Dice Sophie al cabo de unos minutos. —Tú me completas.

El arconte  la deja sobra la cama de modo en que ambos se vean. Azael quita unos mechones de cabello de la cara de Sophie y la mira a los ojos.

—Sophie Johnson, lo único que sé es que te amo. Que he esperado más de mil años por encontrarte y esperaría mil más solo por ti. Que si he de morir por estar junto a ti que me maten. Sería la mejor muerte que podría tener, moriría por algo que me importa. Y ese algo eres tú.

Los ojos de la rubia están cristalizados e intentan no derramar ni una lágrima.

-Amor como este no dura para siempre.-dice en un susurro Sophie.

Azael frunce el ceño al ver  algo oscuro en los ojos de ella, los ojos verdes de Sophie se comienzan a volver negros totalmente. Azael se comienza a poner en pie y sujeta sus hombros ayudándola a ponerse de rodillas en la cama. El cuerpo de la vigilante comienza a sudar. Las lágrimas que retenía la rubia se resbalan por su mejilla, Azael la alza  y patea la puerta con una increíble fuerza, los guardias le apuntan a él.

-Llevar a las tres niñas que venían conmigo a la sala de entrenamiento, ahora.-los dos vigilantes asiente y se van corriendo. Azael mira el rostro de Sophie, sus ojos están cerrados pero aun así sigue sudando. El arconte comienza a correr por los pasillos hasta encontrar el cartel que indica la sala de entrenamiento, justo cuando él está llegando Lucía y las tres niñas igual.

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