¿Sucubas?

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El monasterio Sagrado Corazón de María se encuentra cerca de las montañas boscosas al sur de España. Dentro de este hay al menos unas doce monjas y treinta huérfanos. La más joven de las monjas Lucía se encuentra limpiando las ventanas con un trapo y una cubeta llena de agua.

Detrás de ella hay un grupo de niños jugando rayuela y «Tú la llevas» la joven mojan sonríe al escuchar las risas de los niños y se voltea al ver los. Una niña capta su atención, cabello ondulado de color castaño cayendo por los hombros de la niña hasta su pequeña cintura. Piel blanca y pecas en sus mejillas. Y los ojos, los increíbles ojos azules que adornan la cara de la niña. Esos mismos ojos azules que le pertenecen al padre de la niña, mejor conocido como el malhechor.

Lucía termina de limpiar las ventanas y nota que la niña mira a los niños con una sonrisa desde lejos. La chica conoce esa sonrisa. Ella mira entrecerrando los ojos hacia el grupo de niños y ve que cerca del número siete hay una araña, más bien una tarántula.

Lucía se acerca corriendo hacia los niños y pisa la araña.

-Ir al comedor niños, la cena está apunto de servirse.

Todos los niños salen corriendo incluso la niña de ojos azules pero Lucía pone su mano sobre el hombro de la pequeña.

-Angélica, tú no cenarás el día de hoy.

La pequeña niña la mira enojada y abre su boca lista para responder.-Arruinaste mi broma.

La monja mira hacia todos lados en busca de alguien que pueda escucharlas cuando está segura se inclina para tomar la misma altura de la pequeña.

-Cariño, no puedes hacer eso. Es malo, tú no eres mala. Las niñas malas son feas y tú no lo eres.

-Papi lo es.-responde la pequeña.

Lucia frunce el ceño y niega lentamente.-Tu padre murió Angélica.

-Lo sé, está en el inframundo. Lo he visto, las demás niñas también lo ven. Papi le ha dicho a la chica sobre mis hermanas. Él sabe que existimos.

-Angélica deja de decir mentiras, no verás más televisión por una semana.

-Todos van a morir.-comienza a decir la pequeña en un tono demoniaco.-los titanes van a gobernar y solo los mitológicos van a vivir. Lo siento madre, pero vas a morir.

Lucía abre sus ojos impactada ante las palabras de su hija.-Ve a dormir.

-La hermana de la musa vendrá por mí.

Lucía tapa la boca de su hija y la alza para llevarla a su cama. Siempre ha pensado que hay algo mal en si hija pero se niega aceptarlo.

Sophie sacude sus zapatos y mira el pequeño lugar.

-Según Valent este es el último monasterio que vamos a encontrar.

-Después de los diez en los que hemos estado.-dice con ironía la rubia.

Azael rueda los ojos y toca la puerta de madera.

Ambos esperan por unos segundos y la puerta se abre dejando ver a una anciana vestida como monja. Azael le calcula unos setenta años de edad.

-Buenas. -dice la señora.

-Buenas señora, mi esposa y yo hemos venido por las adopciones. -dice en perfecto español Azael.

-Oh sí, claro pasen. -Les invita la anciana y cierra la puerta detrás de ellos. -Pasar a la oficina, ahí les atenderá la hermana Mariana.

La anciana les enseña la puerta y Azael la sigue, Sophie mira el pintoresco lugar y nota a una monja joven llevar a una niña castaña en sus brazos.

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