La luz de la luna llena se cuela por la ventana. Me encuentro vestida con un largo camisón de seda blanco, estoy sentada frente a un inmenso espejo de media luna ante un tocador de mármol. Contemplo mi reflejo en él. Mi piel pálida cual marfil, mis ojos de aquél inusual color violeta como la piedra amatista. Acaricio mi clavícula y bajo mi mano suavemente por mi pecho, una extraña sensación de lujuria recorre todo mi ser.
Siento un deseo incontrolable por la carne, aunque no sé por la de quién; de repente las enormes ventanas de mi habitación se abren de par en par empujadas por una fuerte ráfaga de viento. Me apresuro a ponerme de pie para cerrar de nueva cuenta la ventana pero el viento lascivo arranca mi bata de un solo tirón cual si fueran garras furiosas.
Con toda la dificultad del mundo cierro la ventana y la calma regresa de nuevo cuenta a mi habitación.
Puedo darme cuenta que "alguien" está detrás de mi. No volteo, me quedo quieta, inmóvil; puedo sentir como ese ser respira con dificultad. Siento su cálido aliento, su aroma embriagador; deseo voltear pero una fuerza superior a mí me retiene ahí. De pronto siento como mi cabello es enviado lentamente hacia el frente, como mi cuello es desnudado. Unos dedos recorren suavemente mis hombros, me acarician cuidadosamente pero el solo toque de esa piel desconocida con la mía hace que todo mi cuerpo se sienta electrizado. Siento como unos labios se acercan lentamente a mi nuca y me recorren cuidadosamente. El paseo lento de esos labios no dejan de ser ni por un segundo menos apasionados, pero es una pasión que se toma su tiempo en ser consumada, como si el tiempo fuera totalmente suyo. Esos labios bajan lentamente de la nuca a los hombros y me es imposible seguir intentando resistir; dejo libre un gemido que provoca una reacción positiva a ese amante desconocido, algo muy similar a una risa.
Mi respiración se vuelve entrecortada y eso parece ser una carta de consentimiento a ese amante que desliza sus labios por mi columna, pero al ver entorpecida su labor gruñe un poco y luego baja suavemente los tirantes de su brutal enemigo de un solo movimiento. Mi camisón queda en el suelo dejándome completamente desnuda; Una sensación de pudor me recorre e intento llevar mis manos a mi pecho, a mi sexo para cubrirlos pero una orden casi telepática de ese ser desconocido me lo impide y yo obedezco, ¿por qué lo hago? no lo sé...
MI piel tiembla bajo sus besos, una peculiar combinación de miedo y lujuria son las que me invaden; me sigue besando suavemente la espalda, bajando por mi columna y tomando el tiempo exacto entre vértebra y vértebra. Siento como la humedad se hace presente en mi interior. Me retuerzo ligeramente al sentir unas cosquillas agradables y mi ser entero suplica que continúe, que no se detenga, que me posea.
Parece leer mi mente y finalmente rompe el silencio susurrando en mi oído -no os desesperéis amada mía, tenemos toda la eternidad para amarnos-, sé que sus palabras son ciertas pero aun así lo deseo, lo necesito en mi interior.
Mi cuerpo lo suplica -no me hagas sufrir más-, le imploro, logrando que mis labios se abran finalmente déjame verte.
De pronto las velas de la habitación se apagan y me voltea finalmente.
No logro ver nada pero su aroma me embriaga. Me besa apasionadamente en los labios y yo apenas consigo ser lo suficientemente dueña de mi para aprisionar su cuello.
Me levanta en peso aprisionándome entre sus brazos, yo con el sentido de la realidad nublada no puedo hacer más que dejarme llevar y me deposita en la cama suavemente; desliza sus labios por mi clavícula, bajando hasta el nacimiento de mis senos.
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El Canto Del Fénix (Jenlisa) || COMPLETO
FanfictionEn el siglo 19, la Casa Manoban de Escocia era una importante familia aristócrata, quienes eran lo mas ricos de la región con la producción de sus tierras, sobre todo la cebada para el Whisky para la Corona. Y si alguien pudo romper las reglas en la...