Capitulo 14: Entre tus brazos II

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Manoban Camp 1820

Bridget se levantó aquel día en la misma cama que tenía un buen tiempo despertando, pero sola. Lalisa había dormido en las caballerizas, junto a Lady Mars. Muy de mañana había salido rumbo a los campos de los Highlands, sin ella.

Ella tampoco deseaba ir, aunque claro que le apetecía dar un paseo con Lady Mars, solo que sin Lisa.

Se puso sus botas altas y su ropa de montar, esa que había traído escondida en su maleta desde Elgin y se asomó por el balcón. No había rastro alguno de Lalisa, muy seguramente estaría ocupada molestando a alguien más. Habían pasado tres días desde que lo había desterrado de la habitación y que ella compartía la noche con Lady Mars, aunque no estaba segura que eso le agradara a tuxedo.

Bajó las escaleras y no encontró a la señora Sinclair, de nuevo. Desde que había tenido esa discusión con Lalisa no le había visto en absoluto. Seguramente la estaba evadiendo, aunque eso no le desagradaba del todo, sabía que no le agradaba a la señora Sinclair y eso era reciproco.

Tomó un zumo de naranja y un trozo de pan pretendiendo salir de prisa a las caballerizas pero en la puerta se encontró con Alfred.

—Mi señora- Saluda animado el hombre mayor

—Alfred, buen día- regresa sonriente la muchacha.

—La señora Manoban salió muy de mañana a revisar los campos de cebada- cuenta el anciano como si la muchacha del cabello castaño hubiera pedido una explicación.

—Muchas gracias, Alfred.- murmura Bridget y camina hacia la puerta

—Señora...

Bridget se giró extrañada hacia el anciano. Parecía que pretendía decirle algo y no se atrevía del todo.

—¿Qué ocurre, Alfred?

—Señora... aprecio a Lady Manoban demasiado, le debo fidelidad y mi vida entera, yo...

El mayordomo de aquel lugar que generalmente era callado ahora sufría aun más para poder expresar lo que pasaba en su cabeza.

—Alfred...

—Mi señora... lamento si soy indiscreto, pero... todos en la finca nos hemos podido percatar de que usted y la señora Manoban... bueno... que recientemente ella duerme en las caballerizas.

—Alfred, yo...

—No, no... por favor. Déjeme continuar.- pide él —Supongo que la Señora ha utilizado uno de sus "encantos personales" para ganarse tal hospedaje.

Bridget no dijo nada pero ambos parecían estar de acuerdo.

—Milady... La señora Manoban no es precisamente una mujer hábil en eso de expresar sus emociones. Mi señora es una mujer fuerta y listo, trabaja de sol a sol y no le importa darlo todo para conseguir lo que desea, pero no es muy buena para demostrar lo que siente...

—Gran noticia, Alfred...

—Mi señora... Ella la adora- explicó el anciano con facilidad, Bridget abrió sus ojos desmesuradamente por la sorpresa de aquellas palabras —cualquier estupidez que ella pudiera cometer, estoy seguro que lo siente...

—Le agradezco por su sinceridad, Alfred... pero creo que si la señora se siente arrepentida deberá decírmelo ella misma.

—Milady, la señora tiene la cabeza más dura que una piedra. Llegará el invierno antes de que ella se disculpe...

—Entonces le mandaremos traer una cobija cálida, Alfred. Me voy a montar, tal vez visite a Lady Isabella... volveré antes de que caiga la noche.

Bridget de Byres salió de la casa sin esperar respuesta alguna de Alfred y corrió a las caballerizas. Se dio cuenta que como Alfred le dijo, las mantas y almohadas de Lalisa seguían sobre la paja de una esquina. No prestó mucha atención a la culpa que sintió en la boca del estómago y subió a Lady Mars para tomar un camino opuesto a las tierras de Manoban Camp.

El Canto Del Fénix (Jenlisa) || COMPLETODonde viven las historias. Descúbrelo ahora