POV-Narrador
-Ahhhh
- ¡Lauren! ¿Qué te pasa? -Camila se despertó también inmediatamente al escuchar a su mejor amiga gritar. -¿Otra pesadilla? -Dijo frotándole la espalada y atrayéndola hacia ella para que se tranquilizara.
-No lo he sentido como una pesadilla. No se ha sido muy raro. -Dice acurrucándose de nuevo en la cama, abrazando a Camila.
-Me lo quieres contar.
-No hay tampoco mucho que contar, es lo mismo de siempre.
-No puedes seguir así, me lo tienes que decir, llevas un mes así y no has mejorado nada.
-Es siempre lo mismo, yo estoy en el suelo tirada y estáis conmigo Taylor y tú, me estoy despidiendo de vosotras cuando todo se vuelve negro y no despierto. Pero hoy a habido algo distinto, sé que te va sonar muy raro, a mí me parece una locura, pero cuando se volvió todo negro escuche a alguien decirme que me amaba. Y me parece raro porque nunca, en ninguna de mis pesadillas me había pasado algo así.
Camila tenía los ojos abiertos como platos. Sus sentimientos hacia su mejor amiga no habían cambiado. Así que no sabía cómo responder cuando le conto el momento en el que ella, en un acto de desesperación, se le declaro a su mejor amiga, aquellas palabras solo las escucharon Taylor, Lauren y ella. Le había hecho jurar a Taylor que no le contaría nada a su hermana, y aunque se quejó mucho acabo aceptando el trato. Para ella no era muy normal las relaciones del mismo sexo, en su familia eso nunca fue bien visto, es verdad que la única familia que le quedaba era Sofía, y ella no la iba a cuestionar. Pero es que simplemente era algo que ella no veía normal, una chica y una chica, imposible. Y es por eso que ella estaba muy a gusto con la situación que vivía ahora con Lauren. Dormían juntas, cenaban, comían y pasaban el rato juntas cuando ella llegaba de trabajar, básicamente lo que sería una relación, si omitimos la parte de los besos y otras cosas.
Y es por todas esas cosas por las que no quería que su secreto saliera a la luz, quería que su vida fuera así para siempre, claro que tenía ganas de besar a Lauren, y también de hacerle el amor aunque ella no lo admitiera. Pero por encima de todo estaba el qué dirán o el que pensará la gente, pero sobre todo sus amigos.
-Llevas un mes con pesadillas, un mes sin dormir una noche entera, seguramente sea el cansancio que crea alucinaciones o algo así.
-Seguramente sea eso. -Dijo Lauren acurrucándose más contra Camila e intentando dormirse.
Como era obvio, aquella noche Camila no durmió. Sus propios demonios la visitaron toda la noche, y le hicieron plantearse si lo que hacía era lo correcto o simplemente estaba siendo egoísta con ella y con Lauren.
Cuando eran las siete se levantó, no podía seguir más en la cama. Hizo cientos de cosas, respondió unos correos, hizo la colada, el desayuno, analizó unos informes que le llegaron por correo y muchas cosas más con la única función de tener la cabeza siempre ocupada para no recordar el tema estrella, solo esperaba que aquello se le olvidara pronto a su mejor amiga.
Por otro lado Lauren se despertó sola en aquella habitación, se encontraba sudada por lo que prefirió darse una ducha antes de ir a desayunar. Últimamente lo hacía mucho, las pesadillas siempre le causaban que se despertaran chorreando de sudor, aquello a Camila no parecía importarle ya que siempre la acogía en sus brazos para que se volviera a dormir. Cosa que no ayudaba ya que Camila parecía una estufa cuando dormía.
Tardó relativamente poco en ducharse pero estaba segura de que todo el mundo en la casa estaba despierto, y lo dedujo por las voces que escucho. Cuando termino de secarse el cuerpo se dio cuenta de que se había olvidado la ropa en la habitación, así que no tuvo más remedio que ir a por ella. Al cabo de unos minutos terminó de poner la ropa interior y un pantalón corto. Se giro dispuesta a ir directamente al baño de nuevo para curarse la herida cuando encontró a su hermana en la puerta.
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El último ocaso {CAMREN} {COMPLETA}
Romance{COMPLETA} Terror es lo único que te queda sentir cuando todo a tu alrededor se desmorona, cuando pasas de escuchar el tráfico matutino cada mañana a escuchar la nada, ni siquiera los pájaros se atreven a cantar, aunque tampoco estoy segura de sí si...