Capítulo 2

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- ¡Sigo sin entenderlo! - me reclama Chris, me llevo una mano a la frente, tratando de detener el dolor de cabeza inminente, me calmo mentalmente y le respondo mirándolo.

-No te hace falta entenderlo, vamos a ver, no pienso ir a esa estúpida cena, además para que quieres volver a ver a todos esos fracasados que se metían contigo por que estabas gordito y llevabas gafas, no tiene sentido.

-Pero ya no es así...

-Por qué no es así, porque te has puesto lentillas y te has puesto a régimen porque eres militar. La gente no cambia Chris, mírate, tú sigues siendo ese chaval que antepone la felicidad de otros antes que la tuya, incluso lo hacías cuando se metían contigo lo seguías haciendo. - Lo vi que iba a replicarme, pero hable de nuevo- Vale, seguramente no se metan de nuevo contigo, pero esto es ya por mí.- Digo levantándome del asiento de la cocina recogiendo la taza del desayuno- No quiero volver a ver a esa gente otra vez, ninguno me caía bien, solamente tú y Taylor.

-Y Camila, Camila también te caía bien, ahora que lo recuerdo no me acuerdo de porque dejaste de verla, tenía entendido que era tu mejor amiga. - Me congele por unos instantes y solo fue cuando dejo de hablar que volví otra vez a la situación.

-No pasó nada, simplemente ella se fue a otra universidad y yo, nosotros entramos en el ejército.

-Ya eso justificaría haber dejado de hablarle a finales de curso, no casi al principio Lauren.

-Cuando me hice amiga suya, congeniamos a la primera de manera única, pero aun así éramos el blanco y el negro, por mucho que congeniáramos yo sabía que al final tendríamos que separarnos ya que buscábamos cosas diferentes en la vida, o no te acuerdas- Digo apuntándole con el estropajo- Ahora tráeme tus platos que los friegue por que si no los vas a fregar tu.

-Bueno vale, pero no te haría ilusión volver a verla, porque a mí sí, a ella y a todos nuestros compañeros, no todos se metían conmigo, además dejaron de hacerlo en el último curso. - Me deja los platos en el fregador y se sienta de nuevo en la encimera.

-No es que no me haga ilusión, pero tampoco me apetece. De todas formas, puedes ir tú, seguramente vaya a por Kira y cuando vuelva pase por alguna pizzería y nos volvamos a casa, a esperarte cuando llegues aburrido y desesperado de la horrible cena que tendrás.- Me giro buscando el trapo para secarme las manos, sonriendo triunfante por mi argumento.

-Eso es lo que tú quieres, que te deje aquí como a una anciana de sesenta años, solitaria y con un perro que la cuida, la diferencia es que tú tienes un husky y esas señoras un chiguagua.

-Veo que lo vas pillando. -dije riéndome por su comentario.

-Vale pues entonces perfecto, paso a recogerte a las nueve, la cena es a las diez, pero hay mucho trayecto de por medio. Y yo ahora me voy a ver a mis amigos. Ah y no te olvides de recoger a Kira antes de las nueve.

-Pero de que estas hablando Chris, si ni siquiera te he dicho que sí, no pienso ir, me niego- El coge su chaqueta y mientras se la pone, me da la misma sonrisa que le he dado yo antes.

-Te quiero, que te lo pases bien hoy hasta que venga a recogerte a las nueve. – Se acerca a darme rápidamente un beso en la mejilla.

-Te odio, no voy a ir que lo sepas. ¡Te odio! - Digo gritándole viendo como abría la puerta.

- ¡Te quiero!¡Nos vemos a las nueve, no lo olvides! - Cierra la puerta antes de que pueda replicarle nada más.

-Joder, y ahora que me voy a poner, si no tengo nada decente.- digo hablando sola mirando todo el salón- Y encima tengo que recoger la casa.

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En mi décimo intento de buscar decente que ponerme miro el reloj y veo las ocho y media, todavía tenía que buscar algo decente y ducharme. Menos mal que a Kira la había recogido un par de horas antes, si no ahora iría desbordada.

Vacío el cajón de ropa encima de la cama y abro el armario para tener una vista general de toda la ropa.

-Dios- digo desesperada pasándome las manos por la cara. Vuelvo a guardar toda la ropa en su sitio, y harta, cojo unos jeans negros rotos por las rodillas, una camiseta de manga larga que dejaba al descubierto parte de mi ejercitado abdomen y una bomber negra. Me miro al espejo satisfecha por la elección y me desvisto a toda prisa para ducharme. Las nueve menos diez veo en el reloj de mi mesilla cuando salgo ya duchada y envuelta en la toalla. Me visto rápidamente, no soy de las que se maquillan mucho por lo que me pongo un poco de sombra un par de tonos más oscura que mi piel en los ojos y eso si un pintalabios rojo mate en los labios, sonrió de nuevo satisfecha mirándome en el espejo y veo que me faltan los zapatos, me regaño mentalmente y cojo mis botas negras estilo militar, cuando estoy terminando de atarme los cordones oigo que llaman al timbre, giro mi cabeza hacia el pequeño reloj que tengo en mi mesilla, las nueve en punto, me rio al darme cuenta de que mi hermano no cambiaría nunca, puntual como si tuviera un reloj instalado en el cerebro. Bajo las escaleras escuchando el insistente timbre.

-No se supone que tienes llaves, te recuerdo que vives conmigo, eres mi compañero de piso, es tu piso también- me cruzo de brazos mirándolo y cuestionándolo, el solo me da esa sonrisa encantadora que él sabe poner.

-Sí, pero entonces que gracia tendría. Veo que ya estas lista, por cierto, vas muy guapa. - dice mirándome de arriba abajo.

-Gracias, tú tampoco vas nada mal hermanito - le dio un golpecito en el hombro felicitándolo- vas a dejar a todas esas niñatas con la boca abierta, cuando le digas quién eres van a ir todas detrás de ti.

-Lo mismo digo, al parecer voy a tener competencia, porque en vez de detrás mío van a ir detrás de ti. Pero dejemos la cháchara para otro momento que ya vamos tarde- se mira el reloj- madre del señor las nueve y cuarto, venga que vamos súper tarde. - me coge del brazo y me saca del apartamento, reacciono a tiempo y cojo mi móvil, las llaves del apartamento y las llaves de mi coche. Nos montamos en mi coche, arranco y ponemos rumbo al instituto de nuestra infancia. 

El último ocaso {CAMREN} {COMPLETA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora