Epílogo

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-¡Cariño ya he llegado! Siempre había querido decir esto. -Dijo Lauren susurrando aquello último con una sonrisa en la cara. Avanzó hasta la cocina y se encontró a su mujer haciendo la cena. Esta al escuchar un ruido se dio la vuelta, llevaba unos pantalones de chándal largos grises y un top le dejaba el abultado abdomen a la vista, llevaba las gafas que usaba para leer y el pelo recogido en un moño echo rápidamente. Sentía a Camila hablarle pero ella solo podía dirigir su mirada a todo su cuerpo, habían pasado cinco años y aún así se quedaba embobada mirando a su esposa y más aún cuando iba vestida de manera tan natural. Cuando vio que su mujer se apoyaba en sus hombros y ahora la llamaba de nuevo volvió de nuevo a la tierra.

- Lauren.

-Eh si dime, que me estabas diciendo. -Dijo ella sonriéndole y posando sus manos en sus caderas.

-Decía que he hecho pollo al horno para cenar, pero al parecer no me prestabas atención, se puede saber que mirabas tanto. -Dijo Camila con una sonrisa pícara.

-Mirándote a ti, no puedo dejar nunca de mirarte, eres preciosa. -Le puso un mechón detrás de su oreja y se quedó mirándola fijamente a los ojos, Camila se sonrojo y Lauren echo a reír. –¿Por qué te sonrojas?

-Porque estoy gorda, es imposible que me veas guapa. -Dijo bajando la cara avergonzada.

-No te veo guapa, te veo hermosa, preciosa, perfecta... Me encanta ver esa barriguita porque sé que ahí dentro va nuestro hijo. No estas gorda, yo nunca te veré gorda, y aunque lo fueras no me importaría, porque eres lo que más amo en el mundo. -Dijo cogiendo la cara de Camila entre sus manos y uniendo los labios en un beso lleno de amor puro.

-Te amo. -Susurro Camila cuando se separaron

-Y yo también... -La ahora inspectora de policía iba a continuar hablando pero escucho un llanto que provenía del piso de arriba.

-Mira ahí tienes a tu hija llamándote, bájala y cenamos. -Dijo uniendo rápidamente sus labios y empujando a la pelinegra fuera de la cocina.

Subió las escaleras rápidamente y se dirigió a la habitación toda pintada de rosa, miro la puerta leyendo brevemente el cartel que ponía, "EMMA". Se acerco a su camita y vio que estaba agarrada a su peluche de unicornio llorando a mares.

-Hola pequeña. -Dijo acercándose a ella, la niña de cuatro años solo se lanzó a sus brazos. -por que llorabas.

-He tenido un sueño malo. -Respondió ella en un puchero. Su madre solo le limpio las lágrimas y le sonrió tranquilizándola.

-Una pesadilla. Pero no tienes que preocuparte de nada, las pesadillas no son reales. -La niña solo asintió un poco más tranquila y se abrazó las fuerte a su peluche. -¿Nos vamos a cenar? Mami a preparado tu comida favorita. -Al oír aquello le brillaron los ojos y de un salto se levantó y empezó a saltar en la cama, ninguna de las dos madres había descubierto por que le emocionaba tanto el pollo asado pero les encantaba ver la reacción de su hija. Riéndose cogió a su hija en brazos y bajaron las escaleras para encontrarse a Camila poniendo el pollo en la mesa, un grito de felicidad volvió a salir de la niña al ver que era cierto. Lauren la sentó en su silla, la cual era más alta que las demás para que pudiera llegar bien.

-Déjame a mí, tu siéntate y descansa. -Dijo Lauren dando un suave beso en la cabeza de su esposa y obligándola a sentarse en la mesa. Lauren rápidamente termino de poner la mesa y sirvió los platos a cada una.

-Mientras hacia la cena me ha llamado Taylor. -Comenta Camila.

-Y que te ha dicho.

-Que nos espera mañana el cumple de Nathaniel a las once.

-¿Cuantos cumple? -Preguntó la pequeña interesada hablando con la boca llena, se llevó una mirada de reproche por parte de Camila, la más pequeña solo le dio una sonrisa disculpándose.

-Seis añito cariño. -Dijo Lauren limpiando su boca de comida.

-Vaya...que mayor que es, pero yo lo soy más a que sí. -Lauren se río por las ocurrencias de su hija y aunque fueran una locura ya que ella tenía cuatro años y su primo seis, le asintió dándole la razón y dejando un beso en su cabeza. -Pero no me gusta que te compares con tu primo, ¿Está bien? -Dijo con un tono más serio.

-Lo sé mama, no te preocupes, yo lo quiero mucho.

La cena paso rápido, Emma le contó a sus madres como le había ido en la escuela, y lo bien que se lo pasaba con su amiga. Cuando terminaron quitaron la mesa y se sentaron en el sofá a ver una película. No tardó mucho en notar que su hija se había dormido, por lo que con cuidado de no despertarla la llevo a su cama, depositándola con cuidado sobre el colchón y arropándola. Estaba segura de que no había tardado más de dos minutos, pero cuando volvió Camila se encontraba completamente dormida. Apagó la tele y quito con cuidado la manta que tenía encima Camila, la cogió en brazos, pesaba mucho más que una niña de cuatro años, pero aun así le encantaba cargarla y no era tampoco demasiado peso que sus brazos no pudieran soportar durante unos cuantos minutos. Camila solo se aferró aún más a su cuello, pudo oler ese aroma que la volvía loca y hacía que sus piernas temblaran, hacía tiempo descubrió que el olor de Camila no lo provocaba ningún champo, era ella que olía a flores y vainilla.

La dejó con cuidado sobre la cama y la arropó con la colcha para que no pasara frio. Bajo de nuevo a la cocina, le puso de comer en un cuenco a una vieja Kira, y apagando las luces a su paso se dirigió hacia su habitación. Se puso el pijama y en cuanto hizo sus necesidades se acostó al lado de su mujer, esta otra no perdió tiempo y en cuanto sintió el peso a su lado se giró acurrucándose entre los brazos de Lauren, sin olvidarse el típico te amo que decía inconscientemente antes de sumirse en un sueño profundo, aquellas dos palabras aún revolvían el estómago de Lauren. Después de cinco años juntas aún no se acostumbraba a ellas.

Eso era todo lo que ella había querido siempre, tener una familia, vivir en un lugar que ella amara con la persona a la que había entregado su corazón desde los diecisiete años. No os voy a mentir, su historia no fue de color de rosa, tuvieron baches pero pudieron arreglarlos con una conversación. Eran felices, estaban completas, se completaban la una a la otra. Se amaban de manera sobrenatural, cualquier persona diría que aquello era imposible, pero lo que sí que era imposible es que Lauren dejara de pensar en su esposa durante un solo minuto al día y mucho menos en su hija Emma y la que venía en camino, Clara, en honor a la madre de Lauren, esta había insistido en que no era necesario ponerle el nombre de su madre, pero Camila siempre le rebatía diciendo que le encantaba ese nombre y que su madre se merecía aquella honra.

Taylor se casó con Thomas, y tenía solo a Nathaniel, pero estaban buscando a otro bebe más en la familia. Aun no tenían suerte pero seguro que llegaba. Por otro lado, Sofía estaba con Chris, aun no se habían casado, y es que Chris estaba tan enamorado de ella que no encontraba la manera perfecta de pedirle que fuera su esposa, a lo que Lauren siempre le respondía que no hacía falta que fuera perfecta sino con el corazón, al final consiguió convencerlo, al parecer se lo iba a pedir en un par de días en una cena romántica o algo así le había contado Chris a su hermana. Por otro lado Ally había conocido a una chico muy bueno, se llamaba Troy, le hacía completamente feliz, ellos estaban casados, tenían dos hijos y esperaban el tercero, deseaban tener una familia grande y al parecer lo están logrando.

Y en cuanto a Lauren y Camila, ellas se casaron en una boda preciosa en la playa que había enfrente de su casa, la boda fue espectacular y el viaje de novios aún más, aunque no salieron de Groenlandia, así que viajaron por la isla. Al año de estar casadas decidieron ir a por un bebe y de ahí salió Emma. Y hacia siete meses habían vuelto de nuevo a la clínica de inseminación esta vez para recibir a Clara.

Después de todo lo que habían pasado, tenían más que merecidas esas vidas, es cierto eso que dicen de que el Karma recompensa a quienes lo merecen y esta gran familia se lo tenía ganado a pulso.

-Amor... Duérmete ya, puedo escuchar tu cabeza pensar. -Dijo Camila adormilada y poniendo una mano a tientas en la mejilla de Lauren, esta solo se pudo reír.

-Lo siento, solo pensaba en lo mucho que te amo. -Dijo dejando un beso corto en los labios de Camila.

-Y yo a ti, ahora duérmete por favor. –Camila fue la que le dio un beso a ella y la acerco más hasta acurrucarse en el hueco de su cuello. Lauren solo sonrió llena de amor y se durmió en los brazos de la persona que mas amaba en el mundo entero.

El último ocaso {CAMREN} {COMPLETA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora