Capítulo 3: La mudanza

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Desperté a las cinco, al parecer pensar tanto da sueño. No se todavía que voy a cambiar, pero estoy decidida a hacerlo.

Estaba aburrida así que decidí vestirme; me puse un jean negro, un buzo negro con el logo de batman y mis viejas converse negras. Desenredé un poco mi cabello con mis dedos y lo dejé como siempre, mi maquillaje era el usual.

El viaje a Londres sería dentro de una hora.

Miré mi cuarto, se veía vacío, sin vida, aunque dudo que cuando estaban mis cosas tuviera más vida de la que tiene ahora. Mi habitación no era ni tan grande ni tan pequeña, mi cama era de dos plazas, tenía un escritorio con una computadora portátil y muchos dibujos, al costado derecho de mi cama tenía una pequeña mesita de luz, arriba de ésta tenía mi móvil, un cuadro con una foto; en ella estábamos mi padre, mi madre y yo en sus brazos cuando era una vampirita. Me quede viéndola. Cuando la pude apreciar más de cerca pude notar que de la mano derecha de mi padre había una pequeña mano agarrando la suya, por desgracia lo que continuaba de la foto no se veía ya que la misma estaba cortada.

Me resultó raro, esa foto se la pedí a mi madre, ella nunca me escondería algo, siempre le conté todo y ella a mi.... ¿Realmente me había contado todo?

Tranquila Sam, de seguro estas un poco nerviosa por la mudanza y empiezas a alucinar.

Traté de convencerme a mi misma, me froté los ojos con las manos para comprobar que no me estaba volviendo loca, pero la pequeña mano realmente estaba ahí. Unos golpes en mi puerta interrumpieron mis pensamientos

– Sam, termina de guardar tus cosas y baja.– era la voz de mi madre.

– E-esta bien.– le dije, aún seguía pensando en la foto, decidí dejar ese tema para otro momento.

Agarré la caja que estaba en el piso y guardé todo lo que quedaba, mis dibujos, mi computadora portátil y el cuadro, cerré la caja, guardé mi móvil en el bolsillo de mi buzo, busqué mi valija y baje las escaleras.

Abajo mis padres estaban muy atareados cargando las cajas. No entiendo por qué tanta prisa, es como si nunca se hubieran mudado.

En la mayoría de las mudanzas nos olvidamos algo, pero esta vez parece que no querían olvidar nada, ni la mosca que murió la semana pasada y que aún esta en la esquina de la cocina.

Cuando por fin notaron mi presencia me hicieron señas para que suba al auto. Apenas lo hice me coloqué los auriculares y como siempre me perdí en mi mundo. Pero tuve que despertar para bajar del auto cuando llegamos al aeropuerto. Sin embargo cuando estaba acomodada en el asiento, junto a mi madre, caí en un profundo y necesitado sueño.

Londres era tan diferente y lo diferente me encanta, me gustaría tener tiempo para poder recorrer cada rincón de este bello lugar, lástima que justo mañana comienzo el nuevo instituto y mañana empieza el cambio.

Desperté porque mi madre estaba moviéndome. Salimos del aeropuerto y subimos a un taxi que frenó en una hermosa casa, era grande pero no para ser una mansión.

Papá debe estar haciendo bien su trabajo. Por fin hace algo bien.

Reí al pensar eso, esperen, yo reí y fue involuntariamente, no fue una risa fingida, ya me esta gustando Londres.

Este lugar realmente era increíble, si así se veía por fuera no me imagino por dentro; era de dos pisos, una puerta negra, cuatro ventanas, era de un color beige, el jardín del frente estaba rodeado de pasto muy verde y había unas cuantas flores, lo mejor de todo fue entrar, por una parte estaba el living; tenía sillones color gris claro y en medio una mesa pequeña, del otro lado la cocina, era bellísima.

Mis padres me indicaron cuál sería mi cuarto. Apenas entré me enamoré; la cama estaba pegada a la ventana por la cuál entraba la luz del sol, ya estaban los muebles; mi pequeña mesita, al lado de la misma había un pequeño candelabro, un pequeño sillón, mi escritorio también, sólo que tenía un espejo (aunque crean que es absurdo tener un espejo para mi no lo es, mi familia y yo somos una clase de vampiros diferente, somos una clase que está cerca a ser humanos, quiere decir que somos vampiros de suerte)

Colgados en la pared había dos cuadros, en uno había un dibujo hecho por mi cuando era pequeña y en el otro era uno de mis últimos dibujos.

Pude ver que había otra puerta, mi curiosidad me ganó y la abrí, no lo podía creer.

– ¡¡¡¡MI PROPIO ARMARIO!!!!– grité dando saltitos en el lugar.

¡¡¡SAMANTHA BROWN!!! Mantén la compostura, dime ¿desde cuando todo es tan lindo y de color rosa?

– Desde que llegue aquí.– le contesté a mi conciencia.

Tu no eres así por favor ¡¡controlate!!

Bien estaba peleando conmigo misma, estoy muy rara, más de lo normal.

No podía esperar a que sea mañana, la mudanza me ha hecho bastante bien, quién sabe si tengo suerte en algo más.

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Hola!! Espero que les guste este capítulo, no se olviden de dejarme sus comentarios y si les gusto dejenme sus votos y compartan esta historia!!

Los amooo

Nos leemos :D

Vampira adolescente (terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora