Chica mala.

Capítulo 18. ¿Que haces tú aquí?

Mackenzie's POV.

Después de la charla que tuve con Jon me sentí más liberada y un poco mejor. Platicamos y vimos una película que lleva como nombre "No se aceptan devoluciones", pero recibió una llamada de uno de sus socios del bar, mencionó algo como que hay un problema en él y Jon tuvo que ir a solucionarlo.

Voy caminando por las calles del sector en donde vivo, me faltan unas cuantas cuadras para llegar a mi departamento cuando siento la presencia de alguien a mis espaldas.

- ¿Pero qué tenemos aquí?- dice una voz masculina.

Volteó hacia donde se escucha la voz y me encuentro con dos tipos que a kilómetros se nota que están ebrios.

- Pero que hermosura nos mando Dios- dice su acompañante mirándome de arriba a bajo de manera pervertida.

- Miren seres asquerosos alejense lo más pronto posible de mi vista sino quieren lamentarlo- digo cruzandome de brazos mientras que los miro con una sonrisa arrogante adornado mi rostro.

- ¡Oh la muñequita tiene ovarios Jorge! ¡Mira como tiemblo!- dice uno de los borrachos mientras hace una extraña actuación de temblores en su cuerpo.

¡Y yo que pensaba que tus dotes de actora eran nulos! ¡Este borracho te supera! ¡JAJAJAJAJA!.

Oh Miriam querida ya te veré cuando gane millones de dólares por ser la mejor actriz del mundo ni siquiera te hablaré.

- Así me gustan bravas para domarlas en la cama David- dice el idiota que ahora sé que se llama Jorge.

Comienzan a acercarse poco a poco pero yo ni me inmutó y entre los dos me arrinconan en la pared de una tienda que se encuentra cerrada.

- ¿Acaso no nos tienes miedo estúpida?- dice mi gran amigo David mientras su cara demuestra frustración.

- No, los borrachos como ustedes me tienen sin cuidado- digo manteniendo mi sonrisa arrogante.

- Haber si después de lo que te haremos sigues manteniendo esa maldita sonrisa en el rostro perra.

Dicen y comienzan a acercarse a mí arrinconandome aún más a la pared pero sin darles tiempo de siquiera tocarme golpeó al borracho Jorge en los testículos y seguidamente a David le golpeó el rostro con el codo dejándolos en el suelo quejándose del dolor y maldiciendome.

¡Pobrecitos! Hasta me estaban cayendo bien.

¿Verdad? A mi también pero me dijeron perra y eso no se los perdonó.

-Vaya, y yo que venía a defenderte- dice una voz masculina que conozco bien.

-¿Qué haces tú aquí?