Capítulo 36

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Después de 2 semanas, Henry y yo nos habíamos acoplado al departamento y según mi padre empezaría el ciclo escolar pronto, Chris y él habían conseguido una carta de recomendación para poder trabajar en un colegio ajeno al que yo asistiría para evitar malentendidos.

—Deberíamos ir a algún lugar—Murmuré mientras me sentaba aburrida al sofá que había en el salón de estar—Ya hemos hecho todo lo que decía el itinerario que mi padre nos entregó.

Apagaron la tv y tomaron sus abrigos, me arrojaron el mío y sabía que saldríamos a caminar por la ciudad.

—Vayamos a cenar a fueras, terminando iremos a hacer muñecos de nieve o algo así—Asentí ante las palabras de Evans, me envolví en mi abrigo y tomé un pequeño gorro seguido de unos guantes y bufanda—Estamos a 11º grados, Lauren no a -0º

—Déjala, si ella quiere usar todo eso está bien. El único que tendrá a un cargar con todas estas prendas seré yo, no tú—Contestó Henry mientras daba un pequeño golpe en su cabeza.

Salimos de aquel departamento y empezamos a caminar varias cuadras, llegamos a un café-restaurante, estaba nevando y en la televisión decían que probablemente caería una tormenta horrible esta noche, recomendaban que se abrigaran y durmiesen con bastantes sábanas ya que bajarían las temperaturas hasta los cero grados.

—¿Ya lo oíste?—Me dirigí a Chris—Si estaremos a 0º grados, tonto.

—Anda ya, Lauren—Me apresuró Henry para quitarme los guantes y bufanda—Esta vez traje una mochila para no tener que estar cargándolo en la mano.

—Hombre precavido vale por dos, amor—Me acerqué a besar sus labios y éste sonrió, Chris tosió y rodó sus ojos.

—¿También seré invitado al revoltijo de salivas?—Preguntó y Henry negó de inmediato.

—Olvídalo, hombre. Fue sólo una noche y si te invitamos a Canadá con nosotros fue para que El Señor, no diré el nombre, no te matase—Contesto mi novio y yo sonreí—Además, al parecer no le agrado la idea a Lauren–Me miró y después extendió su mano, Chris le entregó unos billetes—Es bueno saber que pagas, Ellington.

Observó cómo fruncí mi ceño de inmediato y ambos rieron.

—Él quería hacerlo de nuevo, me negué porqué me habías dicho que no fue algo de tu agrado—Contestó Henry, sonreí como tonta—Él apostó diciendo que cambiarías de opinión en cuanto te preguntara, así que ahora tengo 100 dólares los cuales gastare en comprarte más bufandas, gorros y guantes.

—Te amo, Henry—Me guiño un ojo y se acercó el camarero a pedir la orden.

—¿Puedo tomar su orden o los espero otro momento?—Preguntó amablemente.

Ordenamos cafés, pan tostado y hot cakes para poder repartirnos lo entre los tres.

—Pídeme una malteada de vainilla—Le murmuré a Henry, esperando a que él lo hiciera, frunció su ceño—Siento que ya pedí demasiado, hazlo tú, anda.

Rodó sus ojos y pidió lo que quería, minutos después llegó nuestra cena, empezamos a comerla y noté que en mi platillo había una nota con un número de celular, reí, se la mostré a Henry y éste hizo lo mismo.

—¿Así que piensan que somos tus padres?—Dijo entre carcajadas.

Entre risas terminamos nuestra cena, saliendo del lugar fuimos a que Henry gastase aquellos 100 dólares comprándome un par de accesorios para cuando entrase al nuevo curso.

—Los útiles los comprara mi padre, él hace eso cada año desde que empecé a estudiar—Dejé los cuadernos en el estante donde estaban antes—No tienes por qué preocuparte, en serio.

DULCE TENTACIÓN ///EDITANDO\\\Donde viven las historias. Descúbrelo ahora