Tahiel

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El pequeño aun dormía, sus risos dorados y ondulados me hacían cosquillas en la mejilla y en el cuello. Baje la vista y sonreí al ver como sus labios se curvaban alrededor de su dedo pulgar, el cual estaba usando como si fuera un chupete.

Con algo de dificultad me reincorpore, mordiendo mi labio inferior para no soltar un quejido de dolor, a la altura de las costillas. Cerré los ojos con fuerzas y al volverlos a abrir Duff ya estaba parado frente a mí, con una gran sonrisa en su rostro.

-Buen día nena, ¿dormiste bien?- Pregunto mientras me acomodaba las almohadas y corría un mechón de cabello de mi cara.

-Buen día Duffy, si dormí bien.- Sonreí apenas.- Solo sigo un poco adolorida, principalmente a la altura de las costillas.

-Tranquila, en un rato vendrá el medico a pasarte el calmante y ya no te dolerá. ¿Te dejo dormir el enano?- Pregunto señalando al pequeño.

-S í, no se movió casi en toda la noche, seguramente porque tenía miedo de golpearme.

-Seguramente fue por eso, porque generalmente se agarra toda la cama para el.- Bromeo y dejo un beso en su frente, luego en la mía.

Cerré los ojos al sentir un leve cosquilleo, cuando sus cálidos labios se posaron sobre mi piel, era como si quisiera protegerme te todo y curar mis heridas.

Odiaba no poder recordarlo, no poder recordar a mis amigos, no poder recordar mi vida entera, los buenos momentos y los malos también, sin embargo algo dentro mío me hacía estremecer cuando lo veía o estaba cerca de él, en las últimas horas no se había movido de esa habitación por nada del mundo.

-¿Mami?- El pequeño empezó a sollozar y removerse entre mis brazos, llamando mi atención, como si de una pesadilla se tratase. Duff rápidamente lo tomo en brazos, al ver que sin querer me había clavado su codito en las costillas.

-Tranquilo bebe... ya paso, acá estamos.- Lo trato de tranquilizar Duff, mientras lo mecía en sus brazos. -¿Tuviste una pesadilla? – Seco tiernamente las lágrimas del pequeño y yo sentí morir de amor, al ver tan tierna imagen, si así trataba a un nene que no era su hijo de sangre, no podía imaginar cómo trataría a su propio hijo.

-Si... sueño malo.- Refregó sus ojitos y giro su cabecita para mirarme y estirar sus brazos.- papi... mami.

-Está bien, ve con mama.-Beso su mejilla y me lo acomodo a mi lado, poniéndolo entre ambos.

-Hola principito, feliz cumpleañitos.- Sonreí y bese su mejilla.

-Feliz cumple Tahiu. – Duff se levantó y fue hasta la mochila donde supuse tenia ropa del enano, sacando algo de ella.- Toma, este es nuestro regalo para vos, lo compramos con tu mami días antes del accidente.-Explico, aunque fue más una explicación para mí que para Tahiu. Le extendió una caja, el la miro con atención y empezó a romper el papel de la envoltura. Cuando lo termino de abrir vio que era un camioncito y un juego didáctico para nenes de 6 meses a 3 años.

-Glacias...-Rio feliz y se puso a jugar rápidamente.

-Por tener un año habla muy bien...- Mire a Duff quien se sentó en la camilla, a mi lado.

-Sí, empezó a hablar una semana después de que tu hermana te lo dejo, nos sorprendió a todos por como habla.- Comento mientras tomaba mi mano, empezando a jugar con ellas.

-¿El sabe? Digo... que no somos sus verdaderos padres.- Susurre. El rubio mayor dejo de jugar con mis manos y me miro atentamente.

-Sí, si lo sabe, vos se lo explicaste la primera vez que te dijo "mama". Y a pesar de ser chiquito, él lo entiende, siempre tanto vos como yo le remarcamos que tiene dos mamas y dos papas, así, si en algún momento tu hermana viene a buscarlo, él no va a tener ningún problema en ir con ella ni va a sufrir ningún trauma.

Don't cryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora