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Estaban en México, hacía apenas un par de horas que se habían instalado en el hotel. Todo el vuelo de Colombia a México Piero la había pasado ansioso, pensado, casi de manera obsesiva, en Anna, si debía visitarla o no, si la encontraría por casualidad o no, y de pronto, ahí acostado en la cama de su habitación se sintió cansado y harto de sí mismo. Ella había sido muy clara con los sentimientos que tenía hacía él, Piero había detectado un poco de odio en sus palabras, y no era para menos, después de todo hacía años que él había decidido dejarla, y lo había hecho porque quería lo mejor para Il Volo y para su carrera... y entonces recordó cómo se veía a sí mismo cuando aún era muy joven cuando su carrera como cantante arrancó vuelo, recordó su amor por la música y su sueño dorado de escribir su propia opera antes de llegar a los treinta; en sus planes, él jamás había considerado el amor, al menos hasta que conoció a Anna y aún así, su carrera había sido más importante que ella y a pesar del inmenso amor que le tenía (que aún le tiene) solo cambió de parecer cuando sufrió por la decisión que él mismo tomó al grado de sentirse morir, pero ahora que la había reencontrado y que las cosas entre ellos habían quedado en una simple amistad, él había decidido enfocarse en su propio proyecto, y si Anna no quería estar en su vida él no insistiría, seguiría amándola y añorándola y se convertiría en su musa, pero ya no le permitiría que le siguiera robando el sueño.

Se levantó, la determinación que había tomado le hacía sentir una enorme paz, de pronto el rumbo que creía perdido volvió a enfocarse, se vistió y salió al lobbie en donde Ignazio, Gianluca y el resto del equipo lo esperaban, irían al primer evento programado para esa tarde que era una presentación en un programa de espectáculos y después tenían ir a una cena con un par de productores, con quienes estudiarían la posibilidad de un proyecto.

Gianluca estaba irradiante de felicidad, habían pasado cuatro meses desde que se había visto en persona con su novia, por eso cuando vio a Regina entrar por la puerta del hotel corrió hacia ella -¡Cuánto te he extrañado! – le dijo mientras la cargaba en un abrazo. Se habían conocido hacia poco más de dos años, bajo circunstancias que a ambos les gustaba recordar con la emoción y la tranquilidad de saber que jamás se volverían a repetir. Ella estaba a punto de terminar su último semestre en la universidad, después de conocer a Gianluca, Piero e Ignazio había decido comenzar a estudiar italiano y francés, porque tenía planeado, al concluir con la escuela, mudarse a París con su tía. Gianluca le había dicho mil veces que él prefería que viviera en Italia, pero ella sabía que él tenía un estilo de vida muy distinto al suyo y quería abrirse paso lejos de él, pero lo suficientemente cerca como para seguir con la relación que ya tenían hacía dos años. Él solía ser quien a cada oportunidad cruzaba el océano para verla y le satisfacía saber que en algunos meses ya no serían necesarias tantas horas de vuelo. Por lo pronto, estando los chicos en el país, Regina haría espacio en sus horarios para acompañarlos a la mayoría de los eventos que tenían programados.

¡Hola, chicos! – Dijo Regina al llegar hasta ellos con Gianluca - ¿Cómo han estado?

¡Regi! – Le contestó Piero al verla - ¡Cuánto tiempo!

Hola bella – dijo Ignazio - ¿Cómo esta Lety? ¿Es cierto que se casó?

Sí – contestó en medio de un suspiro – se casó hace un año, tiene una hermosa beba.

Leticia era la mejor amiga de Regina y, al igual que ella había conocido a los chicos hacía dos años.

Después de una breve plática subieron a la camioneta que los llevaría al set en donde se llevaba a cabo el programa de espectáculos, dieron una pequeña entrevista y cantaron dos canciones del álbum que recién habían sacado y que estaba teniendo un increíble éxito.

Terminó la presentación y después de hablar un momento más con los conductores del programa se fueron directo al restaurante donde tenían la reservación. Al llegar, una enorme mesa redonda esperaba por ellos, estaban sentados ya dos productores, uno mexicano y el otro italiano, y una tercera persona, una mujer a la que ellos no identificaban y que fue presentada simplemente como Natalia. Tomaron asiento, eran ellos tres, Regina, Bárbara y un encargado más de relaciones públicas.

Il amore [Sin editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora