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Ya era la última semana del primer mes de año, en algún lugar del país la producción de la serie seguía, ya era su última etapa, estaban a punto de concluir.
Los productores se habían preparado en caso de que una situación como la dada con los chicos ocurriera, con ese plan de respaldo pudieron seguir con la grabación.

Hacia casi ya una semana que Piero había cerrado temporalmente todas su cuentas en redes sociales, el odio que veía a través de ellas era demasiado, más de lo que su salud mental podía resistir. En Italia la noticia había cobrado doble revuelo, pues, el chico misterioso del grupo, él correcto y educado, decían los medios, no era más que uno del montón.
Él estaba desesperado porque el contrato que tenía con los productores terminará para poder hablar con el mundo y decirle lo que en realidad estaba pasando, incluyendo el amor que sentía por Anna. Estaba muy frustrado y preocupado, Bárbara le había dicho que esta vez buscarían la manera, una vez que él pudiera hablar, de limpiar su nombre y el de Anna, todavía no sabía bien a ciencia cierta lo que haría pero estaba trabajando en ello.
El peso de los últimos días lo agobiaba y no solo por él, también por Ignazio y Gianluca quienes de igual manera se habían tenido que alejar de las redes.
Una mañana, mientras los tres almorzaban, Piero les había preguntado su opinión. Los dos guardaron silencio un momento, sabían lo mucho que el amaba a Anna, habían vivido gran parte del proceso con él y sabían también que la música era su pasión. Gianluca le había contestado que luchara por ser feliz, que seguramente todo tendría solución e Ignazio había dicho que no le gustaría nunca estar en su lugar.
Hablaba con Anna poco, en parte porque por estar en la última etapa de las grabaciones el tiempo que les quedaba libre era escaso y, en parte porque él creía que su agobio y preocupación era latente en su voz y prefería no preocuparla. La amaba demasiado, ya había experimentado una vez lo que era estar sin ella y no era algo por lo que quisiera volver a pasar nunca en su vida.

Anna, a los ojos de internet, se había convertido nuevamente en la mujer que estaba destruyendo a Piero, su carrera y a Il Volo, el odio que tenían por la chica era tal, que lograron encontrar las redes sociales de Alondra, Rocío y Karina y, a través de ellas desahogaron su descontento. Ella se había creado una cuenta falsa desde hacían algunos días con el único fin de saber lo que ocurría, y pudo entender porque Piero estaba tan serio, y tenía razón, pensaba ella, a causa de la mentira de Matilde todo el mundo creía que era de lo peor.
Durante el último mes en la hacienda no se había suscitado ningún incidente con los animales, ella creía que María por fin se había alejado y eso le hacía sentir una relativa paz, don Julián y José Julián estaban enterados de lo que, según Anna, María había hecho, y por órdenes de ella habían creado guardias nocturnas, para evitar que nada ocurriera de nuevo.
Extrañaba tanto a Piero que sentía que le dolía el corazón, se había acostumbrado a tenerlo cerca, a su aroma y a su voz, a saber que al llegar la noche dormiría en sus brazos y que sería lo primero que vería al despertar. Se había acostumbrado a su risa en la habitación y su presencia en la mesa. Deseaba demasiado acariciar su barba cuando ésta estaba a punto de salir y, deseaba aún más besarlo y hacer el amor. Lo amaba tanto y lo echaba tanto de menos que apenas y podía creer que pudiera continuar con su día a día. Ella sabía que él tenía que marcharse de la hacienda, pero no tan pronto y bajo las circunstancias que lo había hecho... rogaba a Dios cada noche porque todo se solucionara pronto y porque Il Volo no se viera afectado, rogaba también por su amor, porque fuera capaz de superar todos los obstáculos, pues, pensaba ella, estaba dispuesta a luchar hasta el final por estar con él.
Él había dicho que la visitaría apenas terminaran las grabaciones y ella estaba esperando ansiosa.

Ignazio, por su parte, había descubierto algo mientras aún estaban en la hacienda. Y es que en la cena de año nuevo Cassandra estaba sentada en el lugar que usualmente ocupaba Margarita, el ambiente en la mesa, contrarío a la cena de noche buena, era tenso, el silencio se volvía pesado cada vez que alguien guardaba silencio. Quienes más hablaban eran Cassandra y Regina, recordando viejos tiempos, esta última había dejado muy en claro que no cambiaría el afecto que tenía por Cassandra, pues, a pesar de lo que Gianluca le había dicho, su amistad era asunto aparte.
Cuando la cena terminó y todos se fueron a dormir Cassandra entró en la habitación de Ignazio, estaba dispuesta a recuperarlo sin importar el precio que tuviera que pagar. Él ya estaba acostado cuando ella entró, estaba justo escribiendo un mensaje para Margarita en donde le expresaba el mejor de los deseos para el año que estaba llegando y le reiteraba que la extrañaba. La intrusa en su habitación le había impedido enviar el mensaje.
–¿Qué haces aquí?– había preguntado él a la defensiva poniéndose de pie – debes irte.

Il amore [Sin editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora