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Ya era fines de noviembre, ya había terminado la estrategia que habían diseñado para recuperar el mercado latino americano y los chicos estaban en casa, esperando a un par de días para viajar a México y comenzar las grabaciones de la serie. Estaban nerviosos y ansiosos, los tres habían leído una y otra vez el guion, habían memorizado sus partes y habían practicado con quien habían podido. Ignazio la había pasado encerrado en casa con su familia, lo único que le preocupaba era no mirar a cierta persona que solía buscarlo con regularidad. Gianluca había pasado esos días descansando y Piero, que no había tenido más oportunidad para continuar con su obra, también había pasado sus días en relajación total. Literalmente acababan de llegar y ya partirían nuevamente, y, por cómo estaba establecido el calendario de grabaciones era muy evidente que no podrían volver a casa para Navidad, así que habían organizado los tres una reunión improvisada, una especie de posada con cada una de sus familias para entregarse sus regalos de manera adelantada, aunque, habían dicho, ningún obsequio podía ser abierto hasta el día de navidad.

Llegaron a México y se hospedaron en un hotel cerca del aeropuerto, no desempacaron, esa tarde descansaron del viaje y a la mañana siguiente los productores llegaron a desayunar con ellos.

Estamos listos – dijo Ignazio – ¿Cuándo partimos?

Apenas termine el desayunó – contestó el italiano – iremos directo al aeropuerto.

Los chicos sabían que las grabaciones serían en una propiedad ubicada en el sureste mexicano y se hospedarían en otra propiedad muy cerca de ahí. Cuando Piero vio los pasajes de avión sintió algo dentro de él dar un vuelco. Él conocía esa ciudad, ya había estado ahí antes, por un instante sintió la ansiedad apoderarse de él, respiró profundo, pero se tranquilizó a sí mismo diciendo que, de cualquier modo, era una ciudad amplía y las probabilidades de encontrarse con Anna era pocas. Tratando de no pensar más en el asunto se incluyó en la plática que en ese momento los chicos y los productores tenían y logró olvidar por un rato aquello que le aquejaba.

Abordaron el vuelo y dos horas más tarde los chicos, los productores y el resto del equipo se encontraban en la ciudad. Una camioneta tipo van los esperaba fuera para llevar su equipaje y otra para llevarlos a ellos. Primero los llevarían a instalarse y más tarde a conocer la locación. Emprendieron camino a las propiedades, la inquietud en Piero regresó, conocía muy bien aquellos caminos, los había transitado poco pero había sido suficiente como para memorizar algunos pequeños detalles, esculturas a las afueras de la ciudad o el enorme puente que tenía debajo de él un caudaloso río. Su corazón latía con fuerza, mientras los minutos avanzaban él se sentía más cerca del sitio en el que alguna vez había sido feliz. Ninguno de los acompañantes en la camioneta se daban cuenta de lo que le estaba sucediendo, todos iban concentrados en sus teléfonos o en alguna plática que Piero para nada estaba escuchando. Él seguía mirando por la ventana y a cada vuelta entre verdes senderos sentía que su ansiedad crecía. Entraron por un camino, pasaron junto a una finca, que lucía bastante llena de gente, campers, toldos, guardias en la entrada. El productor mexicano la señaló – las grabaciones serán en esa finca – dijo. Gianluca e Ignazio trataban de estudiarla con detenimiento, hasta que desapareció de su campo visual. – ¿Qué te parece, Piero? – preguntaron al verlo tan callado. Me parece – dijo aclarándose la garganta – que es un lugar hermoso. Y no solo le parecía, Piero lo sabía, él ya había estado en esa finca antes.

La camioneta avanzó por un sendero más, iban directo al lugar donde los chicos se hospedarían. Piero cerró los ojos tratando de contener su impresión. No quería abrirlos, en el fondo sabía exactamente el sitio al que se dirigían pero esperaba también que no fuera así, esperaba que la camioneta diera un giro más, casi estaba suplicando por ello en silencio. Entonces la camioneta se detuvo. Piero abrió los ojos y sintió un golpe en la boca del estómago. La Hacienda de Grana estaba frente a ellos.

Il amore [Sin editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora