Era doce de marzo, aniversario luctuoso del padre de Anna, y ella, como cada año organizaba una misa en su honor.
Ese día, cuando la ceremonia terminó, como era costumbre acudió al panteón, pero esta vez se demoró un poco más de lo usual dentro del lugar. Hablaba a las tumbas de sus padres, que estaban enterrados uno a lado del otro, buscando un consejo, como si de un momento a otro fuera a escuchar sus voces dándole una respuesta.Se sentía perdida, la vida en la hacienda no le satisfacía ya de ninguna manera, su rutina se había vuelto pesada y mucho más tediosa desde que no tenía capataz ni veterinario. Estaba en un estado de tristeza permanente, extrañaba demasiado a Piero, pero ya no tenía el valor de acercarse a él, la culpa la consumía y, por la noches el arrepentimiento por su decisión le impedia dormir, sobre todo desde que, unos días después de la entrevista que le realizaron a Il Volo en Italia, Matilde salió a declarar que él jamás le había sido infiel, con lo cual pasaba a relucir que la relación de Piero con Anna no había sido de ninguna manera incorrecta... no podía evitar decirse a sí misma que si no hubiera decidido dejarlo, quizá ahora ya todo habría terminado y ellos por fin podrían ser felices.
Le había permitido a María quedarse, primero, porque no tenía el valor de correrla directamente, y segundo, porque sabía que si lo hacía se quedaría tan sola en la casa que le costaría trabajo hasta respirar. Desde algunas semanas había estado realizando entrevistas para ocupar los puestos vacíos dentro de la hacienda, pero, debido a su experiencia con don Julián y su hijo, debía ser mucho más cuidadosa, y ninguno de los candidatos para ninguno de los dos puestos le satisfacían.
Estaba considerando, desde hacía varios días dejar la hacienda para siempre y eso le causaba conflicto y la llenaba de culpa. El vacío que sentía era tan grande que no tenía ni la más remota idea de cómo llenarlo. Por eso estaba ahí, junto a la tumba de sus padres esperando encontrar en ese sitio la iluminación para saber lo que debía hacer.
Se fue del recinto sintiéndose aún más culpable que cuando llegó, seguía sin saber que hacer y, además, había pronunciado en voz alta aquello que quería realizar y por lo tanto, creía ella, ya se había vuelto real.
Cuando llegó a la hacienda María estaba justo en la entrada.
– Hay un muchacho esperándote en la casa, Anna – le dijo simplemente.Ella le agradeció y caminó hacia adentro, sabía que no podían ser ninguno de los hermanos de Margarita pues, aunque las cosas de la muchacha seguían en la habitación que había estado ocupando, le había dicho que irían a recoger todo hasta que iniciaran las vacaciones de Semana Santa. Entonces su corazón se comenzó a acelerar, una vivacidad y una alegría que hacía mucho no experimentaba la recorrió, se encarreró hacia la estancia porque algo muy dentro suyo le gritaba que era Piero quien estaba en su casa, entró dando un portazo y el corazón se le fue al suelo cuando miró que quien estaba sentado en el sofá no era Piero, sino León.
– ¿Qué haces aquí? – le preguntó ella notablemente consternada.
El médico le regaló una sonrisa y le dijo que la única razón por la que había viajado a la hacienda era porque quería verla a ella. Le dijo también que Rocío le había contado que había terminado con Piero y eso había hecho que en él despertara la esperanza de una nueva oportunidad.
– No te estoy pidiendo que me des el sí ahora mismo – dijo él – solo quiero que sepas que estoy aquí, quiero que sepas que no estás sola.
Anna se encontraba muy molesta con Rocío por haber ventilado su ruptura, y también se sentía decepcionada de ver a León ahí. No quería ser grosera ni mal agradecida con él, pero lo único que quería era que se fuera de la hacienda, quería conservar el cariño y el respeto que aún le tenía. No le parecía normal que un simple encuentro en el hospital y una conversación fueran suficientes como para que él pudiera albergar esperanzas. Y le era totalmente inaceptable que estuviera ahí, pretendiendo, a su ver, aprovecharse de la situación vulnerable en la que ella se encontraba... ¿acaso él pensaba que por no estar sola lo aceptaría de nuevo en su vida?
ESTÁS LEYENDO
Il amore [Sin editar]
Fiksi PenggemarUna historia en donde solo hablamos del amor. Continuación de Il Love.