Que duro es ser la esposa de un F4.

Capítulo 22: Mi héroe.

No sé cuanto pase sin saber que ocurría a mi alrededor, solo tenía fuertes pesadillas de las cuales no podía despertar. En ellas me veía en diversas vidas que siempre veía a un Tsukasa morir delante de mis ojos, daba igual lo que hiciera, su sangre no paraba de manchar mis manos.

-¡Uhg!- cuando al fin pude despertar lo hice saliendo de una vaina de agua que usa ST en temas graves -¡Cof, cof!

-Sherlock calma, respira, ya todo paso.

-¡¿Dónde está Tsukasa?!

-Tranquila, tu marido está bien, algo magullado, pero bien.

-¿Le puedo ver?

-Primero hay que hacerte prueba, tenemos que garantizar que la droga que te inyectaron no afecto a alguna parte de tu cuerpo.

-Vale.

Me hicieron muchas pruebas antes de llevarme a la planta que me correspondía y en la cual estaba una habitación que entre todos habían arreglado para mi despertar.

-“¡Sorpresa!”

-Gracias… miré a todos hasta llegar a Tsukasa que estaba sentado en una silla de ruedas sin mirarme.

-Por el momento la señorita…

-¡Señora! Chillo Tsukasa rompiendo su silencio sin moverse.

-Pues…la senora se ha de quedar en la clínica, la sustancia que le inyectaron se llama la bella durante, causa pesadillas a quien se la administra.

-Eso será para siempre.

-No, tranquila, solo serán unos días, como mucho tres si te dejas tratar aquí, aunque si te dieran el alta y continuara puedes volver, ya que viendo tu historial pone que sufres de sonambulismo cuando te afecta las situaciones muy estresante.

-Si.

-Pero bueno, aquí estarás vigilada si eso pasa, ya fuera de la clínica te recomiendo que alguien cuide de ti.

-Descuide doctor, yo me suelo quedar en el piso de mi hermana y puedo vigilarla.

-Si alguien la ha de cuidar soy yo, si ella no quiere ir a casa yo iré a su piso. Le dijo Tsukasa mirándolo serio.

-¿Uhm?

-Esto…tíos porque no nos vamos a tomar algo, dejemos a la parejita de casados coordinarse.

-Eso, vámonos. Se fueron todos y me dejaron con Tsukasa.

-No te quedes ahí de pie, túmbate en la cama.

-Si. Hice caso y me fui a la cama.

-¿Te sientes mal? ¿Necesitas lago?

-Estoy bien, pero tu…

-No es nada, es el precio por tener a mi esposa con vida, si esos cabrones te hubieran hecho algo…

-Te volverías loco, lo sé, te conozco.

-Ju, Susumu me dijo que antes de irte a buscar, tenías a tu cabecita pensando en mi.

-Si, no te vi y me preocupe, así que con ánimos de Susumu fui a buscarte.

-Al final me voy a llevar bien con mi cuñado.

-Si, es más hablando con Jun recapacite cosas, que más me hicieron pensar que te necesito.

-No sé qué hacer, el mismo que por casi te aleja de mi y me dio una paliza te ayudo a pensar a no dejarme.

-Pienso que en el fondo no podría hacerlo, tu locura es contagiosa y me hiciste que solo se compenetrara a la tuya.

-Yo no te contagie ninguna locura, tu ya venias así de serie.

-¡¿Qué!? Yo era una niña buena que trabajaba hasta que un hombre muy capullo se me cruzó en mi vida.

-Pero serás ingrata, encima que doy mi vida por salvarte, ya podrías ser como cuando estábamos en Vancouver y se un poquito sumisa.

-Yo no tengo la culpa de que fuera secuestrada cuando te iba a perdonar, haber llamado a ST, ellos te hubieran ayudado.

-Si lo hubiera hecho te hubiera perdido de verdad, pues preferí ser golpeado antes de que esos te mataran, recuerda que mi vida eres tu, te haz convertido en mi punto débil, pero aun así no te puedo perder, eres mi mayor necesidad.

-Tsukasa.

-¿Qué?

-Ahora si quiero algo.

-No me digas más, chocolate. Saco una tableta de la que me gusta.

-Eso siempre, cuando no quiera mi chocolate estaré bien enferma, pero hay otra cosa que quiero más que un chocolate.

-¿Sí? ¿El qué?

-Un beso de mi maridito ¿Me lo das?

-Por supuesto, uno y los que haga falta. Me beso.

-Me gustan todos los que me da mi héroe.

Continuara…