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  -- Señor presiente, ya quedó lista la presentación en el salón de eventos cómo usted pidió, ¿Algo más que desee?--

  -- Gracias Dak Ho. En unos momentos bajo para presentar las diapositivas. Puedes irte --

  -- Si señor. Con su permiso -- viendo cómo hacía una reverencia para salir de mi oficina, eché otro vistazo a mi escritorio en dónde tenía varios portaretratos de Niah y Heechul.

Había una foto que era mi favorita en dónde había sido el cumpleaños de Hee y Niah había metido sus manitas al pastel, embarrando a Heechul por completo su rostro, cabello y ropa. La imágen hablaba por si sola. Pasando mis dedos sobre la imágen, sonreí nostálgico recordando ese momento y sobre todo me dolía no tenerlos a mi lado.

Había conseguido comprar una zona restaurantera completa en Corea, Indonesia y China, por lo que ahora mi trabajo era más complicado en el sentido de cuidar de mi familia. Tenía meses que no veía a Hee y a esa niña tan linda que iba creciendo día a día. Por suerte mi estadía en China estaba llegando a su fin, por lo que si las cosas marchaban de acuerdo a mis órdenes, no tendría que viajar de nuevo por un largo tiempo, y esa era la idea.

Bajé a la sala de presentaciones para poder dar las indicaciones y manejos correspondientes del giro, evitando tener alguna baja en porcentaje de ventas, o el explicarles cómo usar el marketing para explotar ciertos alimentos y el consumo incrementara de manera positiva. Teniendo todo en orden, podría darles sin problema una buena vida a mi familia.

Terminando la junta, me dirigí a la azotea en dónde me esperaba el helicóptero para volver a casa con mis amores. Estaba emocionado por volver a besar esas labios carnosos de Heechul. Tocar su suave piel y hacerle el amor hasta lograr el bebé que quería. Moría por sus caricias... Ver su sonrisa de oreja a oreja. No era lo mismo verlo a través de una pantalla a tenerlo en persona.

Por otra parte estaba Niah, quién estaba enorme y ya caminaba. Incluso ya decía un par de palabras a su manera, incluyendo "pa" en ellas. También la había visto por videollamadas y algo que me ponía feliz, era que cada que me veía, se alegraba bastante, así que no me había olvidado. Quería tenerla y comérmela a besos, diciéndole lo mucho que la amaba. De verdad esperaba no salir de Corea en mucho tiempo, y así reponer todo el tiempo que había perdido con ellos dos.

  -- ¿Los regalos ya están aquí? -- pregunté a lo que recibí una afirmación por el piloto. Se había llegado el momento de ir a casa. No podía estar más feliz de eso. No le había dicho a Hee de mi regreso para poder darle una sorpresa.

Pasadas unas horas en el aire, el helicóptero estaba aterrizando sobre el edificio que también había adquirido en Corea, sabiendo ya estábamos en casa. Quitándome las orejeras, mandé a dos hombres bajar los obsequios del helicóptero y llevarlos a mi carro. Se sentía muy bien el respirar el aire de Corea. Era más fresco que en China.

Una vez las cosas quedaron listas en mi carro, subí en él y conducir inmediatamente a la casa de Sully para recoger a mi pequeña. Golpeando mis dedos en el volante al ritmo de la música, iba disfrutando del camino, de la música que iba sonando. Moría por llegar a casa a quitarme el traje y andar en shorts con mis amores jugando.

Una vez di vuelta en la esquina de la casa de Sully, mi corazón latía a prisa, deseoso de ver a Niah. Bajé del carro, yendo rápido a la entrada tocando el timbre. Parecía niño haciendo la travesuras de tocar y salir corriendo a esconderme para molestar al inquilino. Al ver la puerta abrirse, Sully se había quedado con la boca abierta al verme. Nadie sabía de mi regreso.

  -- ¿Si sabes quién soy? -- reí al verla de ese modo. Parpadeó un par de veces y después sonrió.

  -- ¿Qué haces aquí?... Pensé seguías de viaje ... --

INCESTUS (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora