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Recargando mi cabeza en el marco de la puerta de cristal, observaba atento a Hee jugando con Niah en el columpio. Ambos reían cada que el la empujaba un poco más fuerte del juego.

Gracias a la buena cantidad de dinero que estaba generando, compré una casa para mi familia en las afueras de la ciudad, en dónde había un amplio jardín lleno de árboles y una piscina para disfrutar un domingo familiar. Niah no estaba consciente del cambio de hogar, pero Hee me había reprochado, ya que a él le gustaba vivir en el departamento, el cuál aún íbamos a conservar para tener encuentros sexuales.

Cuándo Niah ya se había enfadado del columpio, Hee la bajó del asiento empezando a perseguirla por el jardín jugando. Podía escuchar los gritos escandalosos de ella al ser perseguida, corriendo por todos lados contenta. En una de esas, tropezó cayendo de frente.

Heechul corrió asustado a revisarla, pero la sorpresa fué que Niah se levantó como pudo y siguió corriendo en espera de que Hee siguiera jugando con ella. Estaba sumamente agradecido con mi pareja por el amor que le daba a mi hija, viendo que también ella era importante para él. También quería otro bebé pero también deseaba disfrutar a Niah en todas sus etapas. Me sentía aún culpable por no haber estado en mucho tiempo a su lado.

Reí fuerte al ver cómo ahora Niah perseguía a Heechul y este se escondía de ella entre los árboles. Algo que me causó ternura fue que él se agachó y ella fue directo a sus brazos para ser abrazada. Se veía contenta por todos los besos que recibía en su carita. Ella era muy tierna. Muy amorosa.

Decidí salir al jardín con ellos junto con una caja que llevaba en brazos. Al verme, Hee la soltó y ella vino corriendo hacia mí con una enorme sonrisa. Dejé la caja con cuidado en el pasto y así abrazarla con fuerza una vez la tuve entre mis brazos.

  — Mi niña hermosa...— empecé a hacerle cosquillas en su pancita jugando — ¿Me extrañaste? —

  — ¡Ti! — adoraba su voz tan dulce

  — También yo te extrañé Choi — reí al escuchar el sarcasmo en su voz. Poniéndome de pie con Niah en brazos, me acerqué a besar los labios de mi pareja quejumbrosa. — ¿Por qué saliste temprano de cama?. Desperté y no te encontré por ningún lado. ¿Fuiste a trabajar? — me miraba curioso.

  — Más bien salí por otra cosa... — señalé con mi vista la caja que había dejado en el pasto. Bajé a Niah por unos momentos para poder mostrar lo que había en el interior. — ¿Por qué no la abren juntos? — entrecerrando sus ojos, puso sus manos sobre las de la niña en la caja, listos para abrirla.

  — ¿Qué será? — le preguntó con voz chillona a la niña. — ¿Qué nos trajo papá? — abriendo la caja, ambos soltaron un grito eufórico. — ¡Un perrito Niah! — Hee lo sacó de la caja emocionado y se lo dió a Niah para que lo cargara. Ella lo había arrimado a su carita y el cachorro la lamía juguetón.

Había comprado un bulldog francés en cachorro para que crecieran a la par y ambos se llevaran bien. Dejando al perrito en el suelo, los dos empezaron a corretearse jugando. Le había gustado su regalo.

  — ¿No pudiste comprar uno más bonito? — rió burlón a lo que me quejé.

  — ¡Está bonito! —

  — Jajaja ok... Si tú lo dices ... —

  — ¡Yay! — escuchando aún su risa, se posó detrás de mí y me abrazó fuertemente, entrelazando sus dedos sobre mi abdomen.

  — Le gustó mucho su regalo — habló ahora más tranquilo. Sólo asentí viendo cómo los dos jugaban. — ¿En qué piensas? — me preguntó curioso.

INCESTUS (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora