30. Déjame explicarte.

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Yayo:

Finalmente ya habíamos llegado al Distrito Federal luego de haberla pasado chingón en aquella reunión por un par de días. Cada quién se fue a sus respectivos hogares para decirnos que luego nos veríamos, ya fuese hoy mismo ya por la noche o mañana por la tarde, cómo mejor les pareciera.

Mi hermana y yo tomamos el elevador en el cual entablamos una corta conversación, se habló sobre su noviazgo, sé que ya está por tener veintiuno pero aun así no quiero chingaderas que al final terminen por lastimarla como lo hiso el hijo de puta de Jeffrey que a mi concierne... ¿qué vergas le pasó?, espero se haya colgado desde un puente, se lo merece por haber hecho sufrir a mi pequeñaja.

Solía caerme bien hasta que salió con sus mamadas. Las puertas del elevador se abrieron por completo, mi hermana salió despavorida, tomando la delantera, bufé y rodé los ojos, tonta que yo soy quién tiene las llaves a su poder.

Noté que de la puerta tomó algo pero opté por no tomarle tanta pinche importancia, lo único que hice fue mirarla con extrañeza para luego sacudir mi cabeza y dedicarme a abrir la puerta del departamento, siendo así, entramos y junto conmigo literalmente lanzamos nuestras maletas.

- ¡AL FIN EN CASA! -suspiró aliviada.

- ¡YA ERA HORA! -dije yo lanzándome al sofá.

Mi hermana tomó asiento en el sofá pequeño, y miró detenidamente un sobre de color rosa pastel, por lo visto alguien le dejó una carta, la intriga de saber de quién era, empezó a desarrollarse dentro de mí. ¿Será de alguno de sus pendejos ex novios que quiere arreglar las cosas con ella?

Me le quedé viendo.

- ¿No vas a leer lo que dice? -enarqué una ceja para luego integrarme bien en el sofá.

Asintió.

Abrió el sobre, por lo visto le daba igual si se rompía, sacó de éste una hoja de tono fosforescente, de ese que te chinga la puta vista, al momento de desdoblarla, crujía entre sus dedos hasta que por fin quedó totalmente extendida. Verga, me gustaría saber qué dice.

Un par de minutos después, noté lo pálida que se puso por completo, y en cuestión de segundos ya estaba llorando silenciosamente.

-Her-Hermanita ¿estás bien? -parpadeé varias veces.

No me contestó, vaya que la condición en la que se encontraba, no lo ameritaba para que ésta articulase algo al respecto.

-Hermana, reacciona por favor. -la zarandeé bruscamente al acercarme a ella-. ¿Qué pasa?

Me miró fijamente y negó con la cabeza como si estuviese intentando comprender lo que había en aquella puta hoja chinga vista. No mamen, me empieza a aterrar ¿tan pinches crueles fueron para dejarla así? ¡Hijos de puta!

Me ignoró por completo, yo sólo pedía dé explicaciones, enseguida me le quedé viendo a cada uno de sus movimientos, desbloqueó su celular, se miraba desesperada, buscando un número.

"Pepe", pensé.

Esperó unos segundos... mierda que esto me empieza a desesperar.

- ¡¿QUIÉN CARAJOS ES SOPHIE Y POR QUÉ CHINGADOS DICE TENER ALGO CONTIGO?! -espetó con un coraje de "no me toques que no ando chida cabrón, estoy emputada".

¡BINGO!, ahí estaba la grandiosa respuesta de por qué mi hermana se acababa de poner así. Y sí, le acababa de marcar a pepe.

Una gran hija de su reputísima madre, le envió una carta y en ella obviamente venía algo referente a pepe. No mamen cabronas, se pasan de verga ¿es que no pueden dejar a alguien ser feliz por el amor de cristo?, ¡búsquense a sus propios hombres1

Cien inviernos. [2da. Temporada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora