A la mañana siguiente, ____ lentamente abrió los ojos, sintió que estuvo en uno de esos profundos sueños hasta lograr despertar y miró a pepe a su lado, se movió un poco y besó su mejilla, se levantó despacio porque no quería que él se levantase, se metió al baño para darse una ducha, se cepilló los dientes y salió envuelta en una toalla justo cuando él despertó.
-Buenos días. -saludó nerviosa.
-Buenos días preciosa. -sonrió.
- ¿Cómo amaneciste? -preguntó tímida.
-Muy bien, gracias ¿y tú? -respondió.
-Igual, gracias también. -soltó unas ligeras risitas.
-Bueno, espera aquí que me daré una ducha, sirve que saliendo nos ponemos de acuerdo con los demás para ver si vamos a desayunar aquí ¿te parece?
-Está bien cariño, te espero. -le guiñó el ojo.
Mientras pepe se daba una ducha, ella tendía la cama, arreglaba la habitación y finalmente se vestía; pasaron un par de minutos y éste salió, buscó algo favorecedor, algo casual para ponérselo. Después, caminó hacia ____ quien se encontraba cruzada de brazos observando cierto paisaje desde la ventana, él la abrazó por detrás haciendo que a ella se le dibujase una linda sonrisa en el rostro.
Ahí estaban los dos observando el bello paisaje que les brindaba aquel hotel, juntos. De pronto, ella lo miró con detenimiento, le parecía tan bello aquel perfil de él, era perfecto. Él la miró y le regaló una bonita sonrisa. Ahora la tenía tomada de la cintura, apegada a él, estaban cara a cara, frente a frente, sonrieron; sus labios estaban a diminutos centímetros de estar unidos.
- ¿Juntos para siempre? ¿Juntos hasta que algo nos separe? ¿Lo prometes? -preguntó ella. Esperando su respuesta.
-Lo prometo. -respondió él.
Sus respiraciones estaban ya mezcladas, no esperaron ni un segundo más y finalmente unieron sus labios en un lindo beso, ____ enredó sus manos en el cuello de él para así, entrelazar sus dedos en su cabello, pepe tenía posadas sus manos en la cintura de ella y la apegó más hacia él; su beso se hiso a pausas, era tan dulce, tan tierno, lleno de amor real.
*-*-*-*-*-*-*-*
Yayo:
Nos encontrábamos todos en la recepción, eran las diez con cinco de la mañana y no había rastros de vida de mi hermana y pepe, hijos de puta, seguramente se desvelaron haciendo quién sabe qué cosas (sexo obviamente) que por ello deben seguir dormidos.
-Aguarden un momento. -musité y todos asintieron.
Dejé mis maletas en el suelo para dirigirme al elevador, oprimí la flecha que indicaba que viniese a la planta baja, en unos minutos las puertas se abrieron y entré, esperé un rato, cuando las puertas se abrieron otra vez, salí, caminé por el largo pasillo hasta llegar a su habitación, escuchaba risas por parte de ellos pareciera que estaban jugando a guerra de cosquillas. Infantiles.
- ¡Basta amor! ¡Se hace tarde! -escuché cómo le decía mi pequeñaja entre risas.
-Ya te dije que quiero a cambio. Besos. -dijo él entre risas también.
Toqué la puerta, interrumpiendo su momento amoroso e infantil, al parecer se asustaron y miraron los unos a los otros.
- ¿Quién? -preguntó pepe desde adentro.
-Yo. -respondí.
- ¿Yo quién?
- ¡Mi hermano, tonto! -exclamó ella dándole un ligero golpe en el hombro-. ¡Pasa!
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Cien inviernos. [2da. Temporada]
Fiksi Penggemar"Cuando lees esta novela simplemente no puedes parar. Tiene ese toque realista que hace que realmente te sitúes donde quiere que estés". -Caralmer. "Es una historia muy original que te da la libertad de ser el personaje principal junto a José Salaza...