49. ¿No confías en mí?

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Yayo:

Por la mañana a eso de las diez llegué al departamento y para mí sorpresa me encuentro con todo intacto, el camino de rosas, el aroma de ellas que estaba empezando a empalagar, no mamen incluso la comida, los globos, nada había sido removido. Bufé molesto ¿qué verga? ¿Por qué?

Comencé a limpiar todo hasta dejar impecable y con referirme a impecable es dejar todo bien pinche bonito sin polvo y tirar lo inservible a la puta basura. Entré a la cocina para guardar la comida que gracias a Dios no se había echado a perder y puse los platos y copas en el lavabo, me encontré con una pequeña nota que no dudé para nada en leer.

"Me has fallado por décima vez... duele. Disfruta la cena. -____".

- ¿Qué chingados? -espeté.

De tan sólo haber leído esa pequeña nota, sentí como la sangre me empezaba a hervir de coraje y odio, la rompí en miles de pedazos para luego tirarla en el cesto de basura, estoy emputado con pepe ¿qué vergas le pasa? ¿Cómo se le ocurrió dejar plantada a mi hermana?, por supuesto que no se la voy a dejar pasar.

Claramente ahí decía que era la décima vez consecutiva ¡LA DÉCIMA, COÑO!, obviamente no puedo perdonarle como ella, ni siquiera tener tantita piedad. Se la pasé chingos de veces con tal de que ella no se pusiera mal, sí, para quedar bien con él y no le hice nada, sólo... se las pasé todas y cada una de esas veces seguidas pero ahora ya es el colmo.

Será mi hermana y él uno de mis mejores amigos que la hace inmensamente feliz pero hoy no lo veré así, no señor. Juro que cuando lo vea me lo agarraré a putazos, he dicho.

Para disminuir un poco mi coraje, me fui a mi cuarto para prender mi laptop y editar el vídeo que iba a ser para el día de ayer pero por andar de alcahuete con mi hermana y preparar una velada romántica, no pude y ni siquiera se me ocurrió llevármela al departamento de strecci y luis. Verga.

Me aventé como tres horas editando y dos exportando, es un chingo de trabajo ¿a eso le llaman fácil? ¡Se equivocan!

Dieron las tres de la tarde y escuché la puerta abrirse, de seguro ya había llegado, dejé mi laptop sobre el buró y salí de mi cuarto sigilosamente, la encontré en un punto medio entre la sala y la cocina.

- ¿Yayo? -preguntó con voz temerosa y asomando su cabeza hacia la cocina y ver si yo me encontraba ahí-. ¿Estás en la cocina?

- ¿Cómo chingados no llegó? -hablé con voz encabronada detrás suyo, provoqué que diese un brinco del susto, probablemente suponiendo que salí de otro lugar-. ¿Qué no había quedado en llegar a las nueve? ¿Qué verga? -así es, estaba encabronado y lo juxi cuando saca su ira salió en mí.

- ¿Le-Leíste la nota? -su voz sonaba temblante y con miedo.

-Tal cual al pie de la letra, ____. -le dije.

Ella me seguía dando la espalda, observé como tomaba una buena bocanada de aire para luego expulsarla, de acuerdo, estaba mal.

- ¿Ves a lo que me refería cuando no quería aceptar su noviazgo? ¿Ahora lo entiendes? -aquello último se lo grité molesto. Cuando pepe llegue no se la va acabar. Van a ver más allá de insultos, ténganlo por seguro.

Seguía en la misma posición y escuché un sollozo escaparse de sus labios, bien... seguramente ya está llorando.

-Te advierto que cuando él pise éste departamento, no saldrá vivo. Ni mucho menos creas que le voy a perdonar esta ¡¿ESCUCHASTE?! -le advertí mucho más encabronado, la sangre me hervía de puro odio, de sólo verle la cara al momento se la partiría. Asintió-. Así que no te entrometas si algo le llego hacer.

Cien inviernos. [2da. Temporada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora