Cien inviernos. [2da. Temporada]

20. Pelea de guapos.

Maratón 1/5.

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Llegamos al dichoso Gratnik, había bastante gente platicando armoniosamente con sus amigos, estaban divididos en grupos, unos bebían y reían como psicópatas mientras que los otros fumaban y echaban humo como si fuesen un puto tren, pero lo descartamos, no le quisimos tomar importancia y entramos, debo admitir que el lugar era de sumo prestigio pero sin duda hermoso y grande, bastante bien como para organizar una convivencia con alrededor de casi tres mil personas, neta.

Germán me dijo que iría al baño, obviamente no sabía dónde chingados quedaba pero seguramente encontraría a algún trabajdor del lugar y le diría en dónde se encontraba, accedí sin compromiso, yayo me tomó de la muñeca, me dijo que habríamos que buscar a todos sus amigos, empezamos el recorrido en todo el lugar, había música que ponía un ambiente muy bueno, enserio, una gran cantidad de personas se encontraban ahí, divirtiéndose, el Gratnik tenía ese peculiar olor que en donde quiera puedes percibir: el del alcohol y del cigarro.

Los terminamos por encontrar, se les miraba platicando muy animados, y yo les miré desconcertada ¿quién chingados eran?; mi hermano carraspeó sonoramente atrayendo la atención de todos, enseguida su expresión facial cambió en cuestión de segundos, él se limitó a sonreír mientras que yo me quedaba atorada en un pequeño trance, intentando comprender y entender el por qué.

Un chico, muchísimo más alto que yo, digo, mido alrededor de uno sesenta, él debe de medir como dos metros ó uno noventa, pero estando frente a mí, sólo puedo ver hacia arriba, era guapo muy guapo, llevaba puesto un bonito sombrero negro, una playera roja a cuadros negros de manga de un cuarto, pantalones de mezclilla y unos bonitos converse negros, tenía perforaciones en las orejas, se le miraban perfectas, he de decir que se veía bien pinche guapo, hermoso, estaba frente a mí, lo único que hacía era verle sin articular nada.

Me habló animadamente y en ese momento sólo fruncí el ceño, me dijo que no tenía idea de cuánto esperó para que el día de hoy llegase y me terminó por abrazar, con ese abrazo... sentí algo interno en mí que se removía de una manera muy sútil, haciéndome sentir bien, como protegida sin tener la puta idea de por qué, hasta que le dije que me estaba asfixiando, era cierto, digo, es un pinche sémaforo y yo a su lado parezco algo así como esos monitos amarillos con overol, así es, un minion o quizás un elfo, no sé pero parazco algo pequeño a su lado.

Se disculpó y me soltó, dejó de abrazarme, le dije que no se preocupara, hasta que de nuevo le vi, me encontré con unos chulos ojos marrones, pregúntandole que quién era, él me respondió con "pepe, tú sabes, pepe problemas" para enseguida regalarme una preciosa sonrisa, no mamen que pinche hermosa es, me desmayo.

Le pregunté si lo conocía de algún lado pero terminó por soltar una sonora carcajada, pidiéndome que dejase de bromear y que si lo conocía cuando en realidad, hablaba enserio, no lo ubicaba. Perplejo me miró preguntando por qué le decía todo eso hasta que le respondí que no lo conocía, que no tenía idea de quién era a no ser que fuese algo mío debido a que de verdad él y su nombre no los ubicaba. Hasta que recordé que él era justamente aquel chico que recordé en Nueva York mientras danzaba con Germán en el baile de graduación pero opté por callar, quizá si hablaba, me metería en problemas.

En ese insntante se giró a ver a mi hermano al igual que los demás con un rostro que estaba por desatar algo así como una ira, hasta la mirada lo delataba.

- ¿Sorpresa? -guiñó el ojo e hiso pistolas con sus dedos índice y pulgar, mi hermano, para luego sonreír algo animado.

- ¡¿Qué verga yayo?! -exclamó el sémaforo pelinegro.