Capítulo 19: Verdades sumergidas en alcohol

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Capítulo 19: Verdades sumergidas en alcohol.

El día tan esperado, toma lugar con los primeros rayos del alba, y, si bien todos los amigos se encuentran fascinados a la vez que nerviosos, cabe destacar que temen por un posible fracaso como lo fue el casamiento del protagonista. Asimismo, quien debe ponerle el alma a la fiesta primordialmente para que llegase a ser un éxito es nada más ni nada menos que el mismísimo Fargan, del cual no se sabe mucho desde el altercado, más que diversos rumores por parte del pueblo respecto a que solo sale de su casa a comprar los recursos indispensables.

Mientras una parte del grupo de los nueve chicos anhelan la idea de volver a juntarse todos y pasarlo como corresponde, la otra mitad se halla intranquila y estresada por los preparativos, entre estos se encuentran; Luzu, quien teme que la bebida no llegue a alcanzar por la capacidad de beber de sus compañeros, Mangel y Vegetta, los cuales corren de un lado al otro para finalizar la básica, pero atrayente decoración de la casa del segundo, y Alexby, quien no solo tiene como primer objetivo que, tanto el chico mitad búho como los otros lo pasen bien, sino que también no deja de pensar que esto podría ser una salida a todo el dilema que creó con las cartas.

Por consiguiente, apenas el día transita y las horas vuelan para estos cuatro, quienes no dejan de mandarse y recibir mensajes entre sí con los típicos nervios y desenfreno que hay detrás de escena en todo evento, la impaciencia incrementa constantemente.

Cuando las agujas de los relojes comienzan a marcar la media tarde aproximadamente, es decir, la hora estimada para la iniciación de la reunión, Alexby y Mangel, quienes habían planeado cada cosa con sumo detenimiento, se disponen a partir desde la mansión de Vegetta hacia la casa de Fargan, con el fin de traerle antes de que cayera la noche y de que llegasen los demás. Ambos jóvenes saludan al anfitrión, advirtiéndole a donde se dirigen y una vez reciben una afirmativa, emprenden su trayecto.

No platican en el camino, lo cierto es que habían pasado todo el día juntos, así como también los anteriores, que ya no poseen mucho más que contarse, no obstante, ninguno se siente incómodo, simplemente están dispuestos a disfrutar el aire fresco y aprovechar para relajarse un poco.

La vivienda de su amigo policía más alto, abarca la completa mirada de los chicos y una vez tocan la puerta, esperan en silencio.

No reciben respuesta del lado de adentro, por lo que vuelven a llamar.

-¿Estará en casa? -busca una excusa el de lentes, sintiendo su mundo derrumbarse por la falta del protagonista.

-No creo que anduviese en el pueblo, lo habríamos visto -añade el otro, pensativo, volviendo a golpear.

-¿Deberíamos entrar por alguna ventana? Digo, tal vez no quiere abrirle a nadie... -hace una pausa el más alto, queriendo oír por si sonase algo.

-Podríamos hacer eso o... -ofrece el chico con casco blanco, sin necesidad de finalizar la frase ya que lo deja claramente entendible a qué se refiere, al menos sí para el otro.

Inmediatamente, los dos pares de puños empiezan a embestir la puerta principal de Fargan, soltando alaridos y gritándole que abriese, con el mayor ruido posible, deseando ser lo suficientemente fastidiosos.

-¡¡ABRE LA PUERTA FARGAN!! ¡RÁPIDO! ¡¡¡ABRENOS!!! ¡NO NOS IREMOS! ¡ABRE! -se oye del lado de afuera de tal manera que casi no se comprende nada en absoluto por el alboroto, logrando que un muchacho bufara agotado y se levantase de su cama, en la penumbra de su morada para abrirles de mala gana.

-¡¿QUÉ?! -les ruge, más para que le escuchen que por enojo.

-¡Fargan! -celebran los otros dos por el triunfo de sus actos.

Cupido Alexby |Karmaland 4|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora