Capítulo 28: Confesión indirecta.

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Capítulo 28: Confesión indirecta.

Narra Luzu.

Me despierto temprano, como suelo hacer siempre, para prepararme un desayuno nutritivo, hacer ejercicio, y darme una ducha rápida con el objetivo de despejarme.

A las ocho de la mañana, más o menos, ya me encuentro sentado en el sillón de mi sala sin saber qué hacer.

Hace ya bastante que le cedí tiempo a Auron, como él me pidió, para aclararse sus ideas y, también decidí, que esperaría a que él me diese la señal de volver a vernos o me pidiese juntarnos. Tampoco me molesta, lo cierto es que desde ese día que le expresé mis más sinceros sentimientos, si bien al principio creía que había sido lo peor que pude haber realizado, al día siguiente ya me sentía emocionado y con un peso menos encima. Diría que tengo cierta esperanza recorriendo mi ser.

Pero... ¿qué podría hacer hoy? La verdad no tengo muchas ganas de construir, luego de haber acabado mi montaña rusa, quise darme un respiro de ese tipo de cosas ya que terminé exhausto por haberle invertido día y noche, aunque tampoco voy a negar que recibí mucha ayuda por parte de constructores, que quedó fenomenal y que, en incontables ocasiones, me sirvió para distraerme y no pensar en...

Me mantengo en silencio un rato, enumerando algo que podría hacer para entretenerme. Lanita aun no despierta, por lo que molestarla no es una opción, tal vez más tarde.

-Mmmmh... -rasco mi mentón, como si eso fuese a darme una idea- normalmente, en las tiendas del pueblo cada cierto tiempo traen nuevas armaduras y demás cositas interesantes -me digo a mi mismo en voz alta- podría ir a ojear un poco.

Con aquel plan en mente, pego un brinco y rebusco entre mis cosas para llevar mi mochila que dentro contiene mis karmas, de oro y de plata, oro y diamantes en caso de querer comprarme algo que me guste. Observo hacia donde cuelgo mis armaduras, me estoy quedando sin espacio allí, si siguen trayendo cosas nuevas, tendré que buscarme otro sitio en la casa, y ¡vaya que sí lo harán!

Abro la puerta de mi morada y antes de partir me arrodillo para acariciar a Manolo una última vez.

-Cuida de la casa mientras no estoy -le susurro y finalmente, con entusiasmo me dirijo al pueblo, tarareando y silbando la primera canción que me viene a la cabeza.

Ojalá Vegetta o Alexby estuviesen conmigo, ellos siempre son buena compañía para comprar.

Descendiendo las escaleras de mi entrada, y como por arte de magia, a la distancia descubro a tres personas alejándose del pueblo. Me parece que son Lolito, Fargan y el mismo Alex, quienes se ven entretenidos en demasía. No me parece correcto invitarle a que viniese el último si está con los otros dos, por lo que prefiero seguir mi trayecto solo.

-Ya iría con ellos luego tal vez, en caso de aburrirme.

Arribo al pueblo sujetando las correas de mi mochila con fuerza, haciéndome parecer una especie de aventurero o turista, sino fuese porque los pueblerinos ya me conocen, claro está. Hoy me había despertado con mi mejor ánimo, de esas veces que no sabes por qué, pero sientes que será un maravilloso día.

Apenas me voy aproximando a las tiendas que hay al aire libre en la aldea, una voz masculina familiar atrapa mi atención:

-¡¿Cómo que tres karmas de plata?! ¡¿Acaso lo aumentaron?! ¡Yo no traje tanto hoy...! -sonrío impulsivamente tras enfocar mi mirada en mi amigo, quien se encuentra apoyado en el mostrador de la vendedora, lamentándose y con las orejas gachas, solo como él sabe hacer.

-¡RABIS! -le grito, consiguiendo que alce la cabeza e, inmediatamente dirija su vista hacia mi dirección. Apenas me ve, sonríe y yo, elevo mi brazo para saludarle energéticamente, acercándome a él.

Cupido Alexby |Karmaland 4|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora