Capítulo 31: Somos lo que nos rodea.
Narra Rubius.
Aprieto mis parpados mientras me remuevo en el lugar al sentir los rayos del alba iluminar mi rostro, despertándome por haberme encandilado. Abro mis ojos, intentando recordar en dónde estoy.
Echo un vistazo a mi "almohada", percatándome de que, aquellos pantalones morados son mi único soporte. Es ahí que siento su mano sobre mi espalda, abrazándome. Me levanto un poco ruborizado, sosteniéndome con mi antebrazo, para voltear hacia atrás. La misma escena que cerró nuestra conversación de anoche, ahora se percibe a plena luz del día.
Vegetta posee los ojos cerrados, todavía sentado y recostado en la montaña que habíamos hallado, parece no molestarle el hecho de la claridad. Permanezco observándole con ojos tímidos y apenado, puesto que, obviamente, esta situación no nos deja muy bien parados, ni mucho menos la de ayer... ¡Mierda! ¡Es cierto! ¡¡¡Ese beso...!!!
-Tu cara se acaba de poner roja -una voz me sobresalta, obligándome a tragar grueso- ¿todo en orden?
Le miro temeroso, descubriendo que, efectivamente, sus ojos están abiertos y viéndome.
-¡¿Estabas despierto?! -me separo de él, alejándome lo mayor posible y queriendo cambiar de plática.
-Medio dormido, no te voy a engañar -se encoje de hombros- ¿Te sientes más descansado?
Me quedo reflexionando. No lo había pensado, sin embargo, es cierto de que me siento increíblemente renovado, casi me resulta irreal que ayer mi cabeza me martillaba y estaba totalmente desconcentrado.
-A decir verdad, sí, como nuevo -le escucho sonreír por mi comentario- ¿qué hora es? -añado restregándome el ojo con mi puño y bostezando.
-Casi el mediodía -responde al mirar su reloj y volver a guardarlo. Asiento al recibir la información, sin preocuparme en lo absoluto, puesto que no tengo prisa en realizar nada importante.
-Tal vez... deberíamos ir yendo. Nieves debe estar preocupada al no hallarme -me paro para agarrar mi mochila y acomodar mis prendas.
-Sí, Akira también, probablemente -contesta no tan confiado e imitando mi acción de levantarse. Ninguno se digna a despedirse, debido a que en el fondo no sabemos cómo. Nos sentimos bien juntos, incluso si discutimos, incluso si permanecemos en silencio, mirándonos, como ahora. El oji morado abre la boca para decir algo, se queda pensando unos segundos- ¿Quieres que nos encontremos en unas horas para pasar la tarde? Hacer cualquier cosa -ofrece como suele hacer.
-Por mi sí, pero primero tengo que volver a... -señalo hacia atrás.
-Sí, sí, ¡que cada uno vaya a su casa primero! -interrumpe comprehensivo- ¿Te parece encontrarnos a la mitad de tus vías en dos horas más o menos?
-Dale, dos horas, entiendo -apunto en mi cabeza, separándome un poco para sacar mi chocobo de la red y montarme, preparado a volar.
-Rubius... -me llama, forzándome a voltear a verle. Me mantengo expectante, aunque duda en seguir hablando- olvídalo -rasca su nuca- luego te explico.
-Okay -no le doy muchas vueltas al asunto, por lo que decido dejarlo así y preguntarle, como él dijo, después.
Despego inmediatamente, y cuando estoy a una altura considerable, echo un vistazo atrás, notando que el contrario ya inició su trayecto a casa.
¿Qué será lo que quería decirme? Puede que sea algo serio, ya que lo percibo demasiado intranquilo para ser él. Bueno, conociéndole, siendo alguien tan directo, si quiere hablar conmigo o contarme algo, ya lo hará.
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Cupido Alexby |Karmaland 4|
FanfictionLuego de ser rechazado por su amigo y compañero de policía, Alex no encuentra otra manera de desahogarse más que sembrando el caos. No obstante, en lugar de explosivos y destruir las casas de los demás pueblerinos de Karmaland, opta por utilizar un...