Capítulo 23: Oculta de mí esas orejas.
Narra Vegetta.
Ya pasaron unos cuantos días...
No importa qué haga, no puedo sacármelo de la cabeza, ¡aquella noche fue espantosa en todos los sentidos!
Tomé, estuve borracho la mayor parte del tiempo, me descompuse, reventaron mi casa... ¡Y lo peor de todo es que hay cosas que no recuerdo!
Salvo... el beso que se dieron Auron y Rubius...
¡DIOS! ¡¿Por qué no puedo quitármelo de la cabeza?! ¡Estaban tomados! ¡Nadie lo recuerda! ¡Ni siquiera él de seguro! Yo no debería acordarme...
No puedo evitar apretar mis puños y rechinar mis dientes, ¡yo jamás...!
Suspiro fatigado. Intento no dejarle abordar mi mente, necesito hacer algo, cualquier cosa que me impida pensar.
¿Qué podría hacer...? Quizás pueda reparar y mejorar mis trampas, algo que me mantenga entretenido.
Con decisión a no permanecer rondando por mi mansión, me dirijo al pueblo en busca de materiales con mis karmacoins en mano y una atmósfera solitaria. Me sorprende el bajar por el ascensor y hallar mi puerta intacta, me pregunto cuanto va a durar...
Con los únicos que platico una vez arribo a la aldea son; con la vendedora de dichos elementos que preciso, un niño pequeño que me saluda a la distancia y una chica que necesitaba ayuda con unas cajas. Siempre manteniendo un diálogo corto y conciso. Me alejo del pueblo al obtener lo indispensable.
Una parte de mí se halla desconectado de mi alrededor a la vuelta. Cualquier externo observaría mi mirada perdida viendo el césped sin razón aparente y mi andar sereno y cauteloso, no obstante, yo, que puedo ser partícipe de mi mente, desearía ser un tercero en todo esto.
¿Qué tiene él que me hace olvidar el resto? ¿Cuál es la diferencia si tengo muchos compañeros tontitos e ilegales? Me hace enojar y ponerme nervioso fácilmente, me desobedece, es irresponsable e impuntual, digo, ¿Qué podría interesarme de él realmente? Sí soy yo el que hace todo el trabajo cuando estamos juntos, el que trae todos los materiales, construye todo y se encarga de que el contrario no se aburra...
A pesar de ello, me encanta ver su rostro sonriente e infantil cuando realizamos algo épico. Ilusionado y emocionado...
Una leve sonrisa se posa en mis labios al imaginar aquella escena.
¿Podría ser que...?
Un golpe seco me rompe la burbuja. ¿La razón? Mi estupidez, embobamiento e incompetencia no me advirtieron que tengo un árbol en medio.
Así es, me estampé la cara contra un tronco de mi propio bosque.
-¡Auch! -me quejo despacio, sobando mi nariz y mi frente. Menos mal que no fue muy fuerte, intuyo que me quedará rojo por unos momentos y luego ya se me irá.
A pesar de todo, ignoro mi idiotez y trato de estar al tanto de ahora en más.
Apenas me planto en la entrada de mi casa, comienzo a agarrar lo que compré tiempo antes, despejo las hojas y el pasto falso de todo lo largo de la muralla de tierra, para así poder visualizar bien el terreno completo.
Lo primero que hago es subir a mi área de los cofres y, seguidamente, construyo pinchos para reponer los que mis compañeros ilegalmente me sacaron a la hora de caer en el hueco.
El resto de mi tarde, o al menos un par de horas más, las invierto en solo aquella obra. No busco apresurarme, puesto que no tengo prisa ni nada más que hacer en este rato.
ESTÁS LEYENDO
Cupido Alexby |Karmaland 4|
FanfictionLuego de ser rechazado por su amigo y compañero de policía, Alex no encuentra otra manera de desahogarse más que sembrando el caos. No obstante, en lugar de explosivos y destruir las casas de los demás pueblerinos de Karmaland, opta por utilizar un...