[quince]

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AVISO: Este capítulo puede contener escenas de violencia, sexo y/o abuso sexual. Si eres una persona sensible a este tipo de temas, se le pide que no lo lea o, al menos, que no lea la parte en cursiva. También contiene palabras malsonantes. Se ruega la discreción del lector. Gracias por su atención.

Aquella imagen estaría para siempre grabada en su cabeza. Todo aquel placer solo podía sentirlo con una persona. Era tan excitante que lo mirara de aquella manera mientras su boca besara sus partes más sensibles. Lo miraba con absoluto deseo e, incluso después de haberse vaciado en su garganta, se movía lentamente para volver a situarse a su altura y besarle con aquellos labios y aquella lengua sucios pero tan placenteros. Lo amaba. Amaba sentirse así y amaba que solo el mayor pudiera hacerlo gemir de aquella forma.

Aquella noche, como tantas otras, solo quería sentirlo con cada fibra de su cuerpo, de la forma más íntima posible, una que solo ellos dos pudieran realizar y compartir. Era tan aliviante saber que por fin pertenecían el uno al otro.

- San, di lo que sientes ahora mismo de la misma forma en la que lees tus historias. 

Abrió los ojos lentamente para encontrarse con su mesilla de noche. Allí estaban los pañuelos. Debería limpiar el desastre que había provocado. Pero no tenía fuerzas. Se había quedado sin fuerzas de nada. Se tapó aún más con las sábanas y se encogió sobre sí mismo, sintiéndose profundamente culpable. Tenía que dejar de hacer aquello. Lo estaba matando por dentro. Había conseguido estar un mes sin pensar en él de aquella forma, sin recordar aquellas cosas, pero todo se había ido a la mierda el día que Yunho le dijo lo mal que se encontraba el objeto de sus pensamientos.

Intentaba recordarse que era su culpa, que se lo tenía merecido, pero eso no hacía que dejara de pensar en todo lo bueno que había pasado a su lado y contrarrestaba con lo demás. Intentaba recordarse que él no quería a nadie a su lado, ni siquiera a él. Intentaba recordarse que tenía que pasar página de una vez. Intentaba recordarse esas cosas a sí mismo y, sin embargo, no podía dejar de amarlo, no después de todo lo que habían compartido juntos.

Miró la hora en su teléfono móvil. Era muy pronto, ni siquiera era mediodía, pero seguramente Yunho ya se estaría preparando para ir a acompañar a Yeosang y a su primo. Le había ofrecido ir con él pero no iba a hacerlo. No podía continuar con aquella locura y tenía que ir a salucionarlo de alguna manera. Mingi estaría visitando a Wooyoung como todos los días; aunque algunas tardes si que había quedado con ellos, así que tendría que llamar a Hongjoong para que acompañara a Yunho en su lugar.

Después, se levantó de la cama. Se cambió de ropa. Había bajado de peso en los últimos días. Maldito Park Seonghwa. ¿Iba a volver a su puerta como si fuera su perro? Sí, iba a hacerlo. Porque era un completo idiota. Le dijo a su madre que volvería antes de la hora de la cena y se encaminó hasta la casa del mayor que, irónicamente, estaba en la misma calle que la suya. Un pequeño regalo del destino para cuando estuvieron juntos y un martirio ahora que se habían separado.

Su corazón se detuvo cuando le abrió la puerta. Más que nada porque tenía el pelo revuelto, no llevaba nada en el torso y su única ropa en verdad eran unos pantalones cortos. Al principio le sorprendió la vista, pero luego reparó en que había cambiado. Conocía aquel cuerpo de memoria. Estaba más delgado, mucho más delgado. El día del festival tampoco había apreciado las ojeras que se marcaban bajo sus ojos.

- ¿San? ¿Qué haces aquí?

- No puedo. Lo he intentado pero no puedo.

- San...

No tuvo tiempo de seguir porque lo empujó con fuerza al interior de la casa, cerró la puerta y lo acorraló contra la pared mirándolo a los ojos con furia y rabia contenidas.

My Precious Treasure: Why so shy? [YUNSANG]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora