Rescate

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Gustabo y Volkov no paraban de patrullar la ciudad desde el aviso de secuestro de Horacio y Anya. Ellos dos junto con Conway fueron los primeros en visualizar el vídeo que les había llegado al correo de la policía, les hirvió la sangre al ver como Emilio hería a sus dos amigos. Gustabo juró y le hizo saber al mexicano que lo mataría, aunque Volkov y Conway estaban en el mismo modo.

Aunque Gustabo estaba fríamente concentrado y no perdía los nervios, con Volkov era totalmente distinto. Rezaba porque no hubieran ido más allá con Anya, de aquella patada que le propinó Emilio y solo ansíaba encontrarla, ponerla a salvo y cuidarla como si de una muñeca se tratara.

La parte buena de esta situación es que Segismundo les envió la ubicación de donde se encontraban por lo que Conway decidió que actuarían con total discreción. Se encontraban en una nave abandonada a las afueras de la ciudad, con fácil acceso en coche, una de las desventajas es que el área era totalmente un descampado y los agentes tendrían menos cobertura que los enemigos.

Esa misma noche se puso en marcha todo un despliegue de coches patrulla y dos helicópteros en diferentes horas, el plan era que todos los agentes simularan que seguían con la búsqueda de los dos desaparecidos y a las 22:30 en punto comenzarían el ataque al grupo enemigo.

Y así es como fue, a esa hora toda la malla había rodeado la fábrica donde se suponía que se encontraban y efectivamente Leonidas que pilotaba uno de los dos helicópteros, avisó por radio que a través de la cámara térmica había visto varias personas dentro.

-Vamos a ver, ¡Salid con las putas manos en alto, estais rodeados!.-Gritó Conway con un megáfono mientras los demás agentes apuntaban con sus pistolas todas las posibles salidas.

Por la puerta principal apareció Emilio quien tenía cogido a Horacio del cuello y le apuntaba con una pistola en la cabeza. Detrás del mexicano apareció otro hombre enmascarado que llevaba de igual forma a Anya, y le siguieron 7 hombres enmascarados armados y apuntando a los policias.

Volkov al ver tanto a Anya como Horacio se le vino el mundo a sus pies, ambos tenían la ropa desgarrada y  presentaban moratones y cortes en la piel. Horacio estaba realmente pálido, seguramente por la cantidad de sangre que había perdido por la herida en la pierna mientras que Anya tenía la mitad de la cara ensangrentada por un corte debajo del ojo izquierdo.

-¡Como alguien se mueva un pinche milímetro los mando a la verga!.-Gritó Emilio quitándole el seguro a su pistola. 

-¡Estais rodeados, soltad a los rehénes y entregaos!.-Exclamó el superintendente manteniendo la compostura.

A partir de ese momento todo sucedió muy rápido, los hombres de Emilio empezaron a disparar a los agentes, que estos tuvieron que cubrirse detrás de los vehículos. Gustabo se asomó por el capó de uno de los patrullas y consiguió abatir al mexicano disparándole en el hombro, con lo que Horacio pudo librarse del agarre de este y cayó al suelo al intentar caminar. 

Por otro lado el hombre que tenía a la chica, la soltó y se quitó la máscara para que Conway pudiera reconocerlo. Segis empujó a Anya dentro de la fabrica para protegerla de los disparos y fue corriendo a coger a Horacio para apartarlo del tiroteo.

-Venga sujetate bien Horacio.-Dijo el gallego levantándolo y entrando dentro de la nave.

-¿S-segismundo?.-Preguntó Anya al verlo entrar, estaba medio sentada en el suelo con una mano en el pecho, ya que le faltaba el aire.

-Eh...¿sorpresa?, trabajo de sapo del supermariconetti, croack.- Contestó bromeando sacando una sonrisa a la rubia. Dejó a Horacio tumbado en el suelo y escucharon la voz de Conway "Todos han sido abatidos". Derrepente entraron el superintendente y Gustabo corriendo.

-¡Horacio!- Gritó Gustabo, se tiró al suelo junto a su amigo.-Resiste que eres todo un tigre, eres un fiera.-Decía mientras le medio abrazaba.

-Leonidas, bajad necesito que lleves a las víctimas al hospital cagando hostias.-Decía Conway por radio mientras observaba que todo estuviera bajo control. Derrepente entró Volkov acalorado y se acercó a la ojiazul.

-¡Anya! Perdóname, perdoname todo esto es culpa mía.-Repetía mientras la tenía entre sus brazos, ella solo se limitó a poner una de sus manos en su mejilla para tranquilizarlo. 

El comisario observó a Segismundo que estaba parado mirando la escena, Volkov le sonrió gentilmente, "buen trabajo" le dijo al gallego, este solo sonrió y se acercó al superintendente, seguramente para reclamarle una rebaja de su multa.

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Anya estaba tumbada en una cama del hospital de la ciudad, llevaba un día ingresada ya que como ella misma sospechaba, tenía las costillas rotas. Volkov no se había separado de ella ni un segundo sin embargo, no habían hablado aún de nada importante. El comisario se sentía culpable de que ella se hubiera visto envuelta en esa situación, mientras que Anya sentía más vergüenza de lo que pasó entre ellos que otra cosa.

-Viktor.-Susurró la ojiazul.

-Dime Anya.-El mencionado se levantó enseguida de la silla y se acercó.

-Tengo algo de sed, me pued...-Antes de que acabara la frase, el comisario ya había salido de la habitación a por una botella de agua. Al minuto llamaron a la puerta y entró Gustabo, abriendo la puerta para que un Horacio con muletas pudiera entrar.

-Aquí llega el heroeee.-Exclamó Horacio en tono alegre y dando un salto con la pierna sana.

-La madre que te parió como te abras los puntos te los cierro a golpes.-Le amenazó Gustabo.

-Gustabo te estas Conwayizando.-Susurró Anya medio riendo.

-¿Cómo estás?.-Preguntó Gustabo revolviendo el pelo de la rubia.

-Bueno, me cuesta un poco respirar pero su doctorcito...-Contestó Anya señalando a Horacio.- Me ha dicho que con los medicamentos se bajará la inflamación pronto.-

-Al final ha valido la pena pasar algo así, el doctor muerte estuvo muy atento conmigo, ¡y me ha dado su número!.-Exclamó Horacio emocionado.

-Bueno no te flipes que te ha dado el número de urgencias.-Dijo Gustabo mirando a su amigo.

-Por algo se empieza.-Contestó orgulloso Horacio.

-¿Entonces cuando te dan el alta?.-Preguntó Gustabo a Anya.

-Si no hay complicaciones, mañana posiblemente pueda volver a casa.-Contestó la chica sonriendo.

-Yo creo que deberías pedirle al comisario bombón que te cuide, no te puedes mover casi.-Dijo Horacio observándola.

-Eso está claro, se quedará conmigo.-Contestó el comisario entrando a la habitación con la botella de agua.







Mi señor comisario VolkovDonde viven las historias. Descúbrelo ahora