Amnesia

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-¿Cómo?...-

Volkov se separó de ella con cara de incrédulo, no podía creer lo que había escuchado.

-¿Es una broma verdad? Seguro que tú padre te ha dado esta idea...¿Verdad?.-Preguntó medio riendo el comisario esperando una respuesta afirmativa. Anya lo observó seriamente y negó con la cabeza.

-Me han diagnósticado amnesia global.-

Volkov se dejó caer sentado en la cama donde estaba sentada Anya, simplemente estaba en shock.

-Si te sirve de consuelo...cuando desperté ni siquiera sabía quien era yo.-Contestó la rubia riendo nerviosamente. Intento fijar su mirada en la de él, pero por vergüenza acabó esquivandola.

No sabía porque pero sentía muchos nervios a su lado. 

-Me disculpo entonces por haberte abrazado así sin más-Volkov se levantó e intentó encontrar las palabras correctas para que la situación no fuera tan incómoda.

-No te preocupes.-Anya soltó una risita y le sonrió, el peligrís sonrió de vuelta, su sonrisa calmaba su inquieto corazón.-Entonces...¿Cómo te llamas?.-

-Volkov, Viktor Volkov.-

-Mmm y...¿De qué le conozco?.- Volkov sintió una pequeña punzada en el corazón al escuchar aquella inocente pregunta.

Se quedó callado intentando pensar cual sería la mejor respuesta para ella. Se sonrojó un poco al verse en esa situación, se sentía como si estuviera declarando sus sentimientos por primera vez.

-¡APARTAAAAA!.-Gritó Gustabo abriendo la puerta de golpe.

"Perdona guapa, ¿Pero podrías apartarte? Tenemos algo de prisa"

Anya se quedó un momento mirando a la nada, pareció escuchar una voz a lado de ella. Se sobó la cabeza al sentir un ligero pinchazo.

-¿¿¡Pero de que coño vais!??.-Se escuchó el grito de William desde afuera.

Gustabo entró dentro del cuarto con cara de mala ostia, fue seguido rápidamente de Horacio y Segismundo, que esté último cerró la puerta con pestillo.

-Joder que pesado que es.-Dijo el gallego dejando caer un largo suspiro.

-¡Tú padre le ha sacado un ojo al osito!.-Se quejó Horacio enseñandole a la susodicha la bolita de cristal en su mano derecha y el peluche en la izquierda.

-Eh...-La rubia simplemente no sabía que decir, estaba algo incómoda al estar rodeada de tanta gente que no reconocía.

-Vamos a ver, ¡Abridle que aún tendremos más problemas!.-Exclamó el comisario señalando la puerta.

-Ni de coña, que nos arranca la cabeza.-Le contestó Gustabo con miedo.

-¡Anya sólo tú puedes salvarnos!.-Segismundo corrió al lado de la noruega, que la abrazó por la espalda en busca de protección.

Esta se quedó estática, dirigiendo sus ojos hacia los de Volkov en busca de ayuda, este suspiró con pesadez y retiró el pestillo de la puerta, dejando pasar un William bastante cabreado.

-Retira tus sucias manos de mi hija.-Amenazar al gallego fue lo primero que el mayor hizo al entrar, el joven pelinegro por miedo se apartó bruscamente de ella.

-Perdona pero yo me ducho todos los días con agua del monte, estoy más limpio que tú.-Le contestó el gallego, con cierto tono de orgullo.

-Bueno un poco a culo sucio si que hueles eh.-Comentó Gustabo riendo, contagiandole su risa a Horacio.

Mi señor comisario VolkovDonde viven las historias. Descúbrelo ahora