Final Real: Yukata

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-Me gusta, lo veo original.-Comentó Horacio mientras bebía un sorbo de su café.

-También ves original tu cresta de mierda y te queda como el orto, querido amigo.-Le contestó Gustabo mientras se echaba hacia atrás en el sillón.

Horacio abrió su boca, formando una mueca de indignación. Rápidamente el de la cresta cogió del brazo a la rubia (que estaba en medio de aquellos dos) como forma de "protección".

-¡Mi cresta es genial! ¿A que sí Anya?.-Preguntó Horacio mientras le sacaba la lengua a su amigo Gustabo.

-De verdad no se que os pasa a vosotros dos últimamente, estais como perro y gato.-Dijo la ojiazul suspirando y clavando su mirada en su café con leche.

-¡Yo me pido perro! En honor a Perla.-Exclamó Horacio con alegría.

-Yo gato, son más astutos y menos tontos que los perros.-Contestó Gustabo con desdén.

-Bueno bueno ya basta que os vais por las ramas.-Anya se levantó del sofá ante la mirada atenta de sus dos amigos.

Se dirigió hacia la habitación de Volkov, que ahora era también suya ya que se había mudado hace un par de meses allí. Al minuto salió del cuarto con una especie de albúm entre sus manos y volvió a sentarse en el sofá.

-Este es el album que me han prestado en la tienda, están todos los yukatas que venden.-Dijo la ojiazul mientras abría el libro y les enseñaba todas las fotos.

-¿Y Volkov tendría que ir con eso puesto también?.-Preguntó Horacio mientras observaba las fotos ilusionado.

-Mmm en japón si que tendría pero aquí es opcional, además aún no se lo he comentado...-Contestó Anya algo avergonzada por su idea.

-Desde mi opinión me gustan más los trajes de boda tradicionales pero...un "kimono" no te quedaría mal la verdad.-Dijo Gustabo asintiendo, la ojiazul le sonrió mientras observaba su anillo de pedida.

-Luego falta que el padre Jose Cristo le parezca bien.-Menciono Horacio mientras acababa su taza de café.

-No creo que ponga pegas la verd...-Anya no pudo acabar su frase ya que escuchó como se abria la puerta de la entrada.

Esta se puso nerviosa, cogió las fotos de las manos de sus dos amigos y las metió con rapidez dentro del albúm, para posteriormente cogerlo y sentarse encima de él.

Volkov entró tranquilamente, iba a dirigirse a su cuarto hasta que vió que su prometida estaba en casa con Gustabo y Horacio.

-Priviet.-Dijo el peligrís con una pequeña sonrisa, se acercó a su novia y le dió un corto beso en los labios.

-Hola cariño.-Contestó ella devuelta, algo nerviosa e intentando tapar el album con sus piernas y brazos.

-Hombre Volkom, ¿Cómo va ese brazo?.-Preguntó Gustabo.

-Eso, ¿Cómo va la rehabilitación?.-Esta vez, preguntó Horacio.

-Cada vez mejor, poco a poco recupero mi movilidad.-Dijo este mostrandoles como podía coger la taza de café vacia de Horacio, aunque temblorosamente.

Anya sonrió algo triste mientras lo observaba.

Aquella noche, en la que se reconciliaron y en la que la mayoría de recuerdos volvieron a la mente de Anya, intentaron atentar contra ella por última vez.

Sin embargo Volkov consiguió que ella no saliera herida, sacrificandose él.

El comisario cogió a la joven y se dió la vuelta, protegiendola.Esto hizo que la bala dirigida hacia ella, al final impactara en el brazo derecho de Volkov, dañando un nervio bastante importante y perdiendo la movilidad de dicho brazo.

Mi señor comisario VolkovDonde viven las historias. Descúbrelo ahora