Comisario Bombón

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Sonó la alarma del móvil durante 1 minuto hasta que Anya decidió estirar la mano para apagar esa melodía que de buena mañana resultaba infernal, no era buena madrugadora. Se levantó a duras penas y directamente fue a darse una ducha, dio gracias a que el casero le dió algunos objetos de aseo personal totalmente nuevos, como una toalla y un cepillo de dientes.

Cuando salió de la ducha, se vistió, se lavó los dientes, cogió unos billetes de debajo de la cama y salió a desayunar a una cafetería tranquilamente. Estaba sentada tranquila tomando su café con tostadas hasta que el ruido de la puerta de la cafetería abriéndose hizo que automáticamente levantara la vista para ver quién entraba.-No me jodas.-Musitó la chica al ver quienes eran los dos sujetos que acababan de entrar.

-Venga Horacio, ¿nos pillamos la oferta de café y tostadas?.-Dijo el que previamente iba con una chaqueta roja y ahora apareció con una chaqueta color café y una falda.

-A mi es que el café...prefiero las cosas más dulces Gustabo, como el comisario bombón.-Dijo el de la cresta que iba vestido igual que su amigo.

Gustabo y Horacio ya con su bandeja estaban viendo en que mesa se sentarían hasta que los ojos de Gustabo cruzaron con los ojos azules de cierta chica.-Hombre, doña borde ¿cómo usted por aquí?.- Dijo el de bigote sentándose en la misma mesa que Anya, acción que repitió el de la cresta.

-No soy ninguna borde, al contrario, empezasteis vosotros.-Dijo la de ojos azules acabando su café de una sentada.

-Bueno, es verdad que no comenzamos con buen pie, vamos a cambiar las cosas, yo me llamo Gustabo y este de la cresta fea es Horacio.-Dijo Gustabo mirando con una sonrisa a Anya, está soltó una sonrisa al escuchar lo de la cresta, la verdad es que razón no le faltaba al del bigote.

-Yo me llamo Anya, encantada de "conoceros" nuevamente.-Dijo Anya levantandose de su asiento.

-¿Te vas tan pronto?¿Te hemos molestado?.-Preguntó Horacio.-

-No es eso, es que luego tengo cosas que hacer y tengo que ir a comprar algunas cosillas antes. Nos vemos chicos.-Dijo Anya dedicandoles una media sonrisa y levantando la mano en señal de "adios".

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Después de comprar ropa nueva y comida, volvió a su apartamento para dejarlo todo y cambiarse la ropa. Optó por una camisa blanca, vaqueros y botas negras. Al salir se puso una chaqueta de cuero roja para no pasar frio y se dirigió a comisaria.

Cuando llegó vió a Volkov de espaldas atendiendo a una señora mayor, no le dió importancia y siguió su camino hacia el despacho del intendente. Dentro escuchó unas voces bastante familiares, decidió tocar a la puerta.-Adelante.-Escuchó la voz del superintendente, acto seguido Anya abrió la puerta y se encontró con los dos chicos de la falda sentados en las sillas.

-Ostia, ¡hola de nuevo Anya!.-Dijo contento Gustabo.

-¿Ella es nuestra nueva colega?.-Preguntó Horacio

-Muñeca coge una de las sillas del fondo, sientate y te explico.-Acto seguido Anya hizo lo que el superintendente le pidió.

-Viendo que ya os conoceis no hacen falta presentaciones.-Dijo el superintendente levantandose y acercandose a los chicos.-Como sois tan, pero que tan gilipollas me obligais a poneros niñera, capullos.-Dijo finalmente sentandose en el borde de la mesa.

-¿Cómo que niñera?.-Dijeron al unísono los tres presentes.

-Exacto, he recibido innumerables quejas de vosotros dos, parguelas, así que nuestra querida Anya os vigilará.-Dijo Conway mirando a la chica.

-Pero tenemos a Emilio, el nos vigila y protege, super.-Dijo Horacio excusándose.

-Pero a Emilio yo no lo tengo contratado y ni de coña me voy a fiar de él siendo el hermano de pablito, pedazo de anormal.-

-Yo esto no lo veo super, somos muy autodidactas.-Dijo Gustabo cruzandose de brazos.

-Pues anda que yo.-Musitó Anya.

-Tranquilos supernenas, no os enfadeis, para compensar esta vigilancia os dejaré un coche de policía para que quepais los 3 sin problemas.-Al decir esto Gustabo y Horacio empezaron a gritar de alegría y a hacer bailes raros, que Anya podía clasificarlos como casi satánicos.

-Además, para estar más seguros.-Hizo una pausa y encendió la radio.-Volkov dirigete a mi despacho, toca dar clases de autodefensa.- Horacio al oir eso se levantó de la silla de golpe y exclamó tapandose la cara:

-¡Viene mi comisario bombón!.-

-Tu comisario...¿QUÉ?.-Exclamó la chica desconcertada mirando a Horacio.

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Mi señor comisario VolkovDonde viven las historias. Descúbrelo ahora