Nervios

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Anya entró a la comisaría, separándose de Volkov y despidiéndose de él con la mirada, se dirigió a los vestuarios con la finalidad de ponerse el traje de policía. Estaba muy nerviosa por la cita y no entendía porqué ya ella era consciente de que ambos se gustaban, se sentía como una adolescente de 15 años atontadamente enamorada. 

La puerta abriendose de golpe la sacó de sus pensamientos, Gustabo y Horacio habían entrado al vestuario extrañamente sonrientes.

-Buenos días bella dama.-Dijo Gustabo haciendo una especie de reverencia.-Tiene a romeo esperando por su presencia.

-Está encarcelado en las catacumbas donde un horrible ogro barbudo está custodiandolo.-Contestó Horacio haciendo una especie de bailes alrededor de ella.

-Habladme en cristiano que son las 7 de la mañana.-Dijo Anya rodando los ojos y poniendose el chaleco antibalas.

-Que Segismundo quiere hablar contigo sobre lo de anoche.-Dijo Horacio riendose y observando como la cara de la rubia se tornaba rojiza.

-Tampoco hay mucho que hablar, son cosas del alcohol.-Contestó la ojiazul haciendose una coleta. Ante su contestación los dos amigos empezaron a reír.

-Mejor dicho, cosas de amor.-Espetó Gustabo haciendo un corazón con sus manos.

-No me jodais.-Se quejó la rubia apunto de salir.

-Que le gustas Anya, no hay más.-Escuchó por último a Horacio y salió de allí.

Se asomó un poco por el umbral de la puerta divisando al comisario Greco vigilando las celdas. Este la vió y la saludó, ella decidió armarse de valor y entrar. Vió a Johny y Segismundo durmiendo cada uno en su propia celda, ella dejó caer un suspiro relajada.

-¿Volkov se portó bien contigo?.-Preguntó el de la barba mirandola divertido, él estaba al tanto de la situación entre su compañero y la noruega.

-Sisi, me cuidó bien, es un buen agente.-Dijo Anya sonriendole y mirando a los dos enjaulados.-¿Te han dado muchos problemas?.-Preguntó ella al verlo cansado.

-Me gustaría decirte que no, pero han sido como un grano en el culo.-Espetó suspirando el mayor.

-Si quieres me encargo yo de esta ronda, así descansas un poco.-Dijo la rubia preocupada.

-Esta bien, si tienes algún problema avísame.-Contestó Greco levantándose de la silla y saliendo del lugar.

Anya ocupó el lugar del comisario, delante de ella estaba la celda de Segismundo. Él estaba durmiendo plácidamente en la cama de la celda y mientras Anya lo observaba intentaba encontrar excusas mentalmente que negaran que Segis buscara algo con ella, sin éxito. Recordó aquella vez que le acompañó a casa, el turbante que le regaló, las veces que había sido atento con ella y las veces que la había cuidado.

Se golpeó la cara, no podía creer lo ciega que había sido. El sonido de su móvil la asustó, colgó la llamada sin mirar quién era ya que no quería que la música despertara a Segismundo, aunque fue algo en vano. Al alzar la mirada del móvil estaba el gallego sentado en la cama observándola.

-Buenos días...-Dijo el gallego riendo nerviosamente.

-Buenos días Segis.-Le contestó la agente sonriendo un poco.

Se hizo un silencio sepulcral e incómodo. Segis miraba al suelo mientras que Anya evitaba hacer contacto visual con su amigo. 

-Ya que me despertais hablad, no seais cagaos.-Se escuchó la voz de Johny, este estaba asomado por los barrotes observando a los dos presentes, como si de una vecina cotilla se tratara.

Mi señor comisario VolkovDonde viven las historias. Descúbrelo ahora