Nuevo Comienzo

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-¿Qué te pasa?¿Te he hecho daño?-Preguntó separándose rápido de Anya.

-I-indirectamente, s-sí.-Contestó la rubia secando sus lágrimas con la mano.-Aunque creas que no lo he notado vuelves a estar frío conmigo, no entiendo que pasa, ¿He hecho algo mal?.-Al soltar esa pregunta la chica volvió a ponerse a llorar. Volkov se quedó atónito, cogió suavemente la mano de Anya y la guió al sofá.

-Anya...quiero que sepas que me siento culpable por lo que te sucedió.-Dijo mientras secaba las lágrimas de ella con el pulgar.-Si Segismundo no llega a estar allí de topo...a lo mejor tu no estarías aquí, podrían haberte pasado cosas mucho peores.-Decía mientras acariciaba con suavidad la cicatriz de debajo de su ojo.

-Pero no es tú culpa...joder.-Anya no sabía que decir, tenía la mente hecha un lío, ¿En qué momento se había vuelto tan blanda?.

-Te voy a ser sincero, quiero estar contigo, me encantas de verdad pero este trabajo me impide muchas cosas, como por ejemplo una relación...-Anya agachó la cabeza al escuchar esas palabras, el comisario continuó.-No quiero que te vuelvas a involucrar en otro suceso así por mi culpa, quiero que seas feliz y estés a salvo. Si te ocurriera algo no me lo perdonaría.-Contestó Volkov, sentía un nudo en la garganta mientras decía cada palabra, le hubiera gustado que todo fuera diferente pero simplemente no podía permitirlo.

-Tienes razón, no se en que estaba pensando, disculpa que haya sacado este tema.-Anya se levantó del sofá.-De verdad olvidemos este asunto.-Dijo levantando la mirada, ella ya no lloraba, por orgullo decidió tragar esas lágrimas, quería olvidarse de esa presión en el pecho que dolia más que sus heridas físicas.

-Sí, creo que será lo mejor...olvidarlo.-Contestó Volkov levantándose el también.

-Yo...voy a dormir, estoy algo cansada.-Dijo la chica con una pequeña sonrisa que enseguida se esfumó.

-Claro...descansa bien, Anya.-Contestó el comisario observando a la jóven entrar en la habitación.

Ninguno de los dos consiguió pegar ojo esa noche.

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-¡Anya coño espera!.-Gritó Gustabo acalorado detrás de ella.

-Joder es que eres muy lento, parece que te esté entrenando yo a tí y no al revés.-Dijo la rubia riendo.

-Pero si vas a pasar las pruebas enseguida, antes eras poli.-Se quejó su amigo.

-Gustabín, he perdido masa muscular durante el último mes, ¡Quiero estar en forma!.-Exclamó Anya mientras daba saltos energéticamente. Se había propuesto volver a ejercer de agente, pero esta vez en Los Santos. Tenía que reconocer que en su antigua ciudad había muy poco índice de criminalidad y era bastante aburrido por lo que concretó con su padre el traspaso al CNP de Los Santos.

-¿A qué hora has quedado con el abuelo?.-Preguntó Gustabo secandose el sudor con un pañuelo.

-Deeentro de...¡Un cuarto de hora! Hay que darse prisa.-Dijo Anya feliz y volviendo a echar a correr, Gustabo puso cara de fastidio y empezó a ir detrás de su amiga. 

Al llegar a comisaría Anya y Gustabo se encontraron con Horacio en la entrada atareado recogiendo denuncias, debido a que aún no se había recuperado del todo, el superintendente le dejó ese puesto de momento exclusivamente a él, que por cierto se había vuelto a poner la cresta.

Después de lo que hablaron Anya y Volkov, ella decidió que se centraría en el trabajo. Tuvo que obligar a sacar su "coraza" otra vez, le dolió y le cuesta admitir que le duele porque a ella continúa gustándole ese peligrís, pero no va a dejar doblegarse por esos sentimientos. Ahora estaba decidida en ser una buena policía y ascender a lo más alto.

Anya subió los escalones deprisa sin hacer caso a las quejas de Gustabo, llamó a la puerta del despacho de Conway y entró cuando escuchó la voz del superintendente dando vía libre para entrar.

-¡Buenos días superintendente!.-Exclamó Anya contenta al entrar en su despacho, dentro se encontraban Volkov y Greco, la chica saludó con la mirada a estos dos agentes y volvió a ponerse firme delante del mayor. Gustabo entró detrás a duras penas.

-No vuelvo a hacer ejercicio contigo en mi puta vida.-Dijo su amigo sentándose en la silla.

-Joder menudo par.-Dijo Conway exhalando el humo de su cigarrillo.-He leído tu expediente y es bastante bueno, confío que los códigos te los sepas, ¿verdad?-

-10-4 señor.-Contestó Anya seria.

-Bien bien muñeca...quiero que me enseñes tus aptitudes físicas, realizarás pruebas de disparo y pelea.-El superintendente se levantó de la mesa y salió de la sala, Anya le siguió junto con los 3 agentes. 

Durante la prueba de disparo Anya demostró tener muy buena puntería, falló en muy pocos objetivos. Después ella tuvo que enfrentarse al comisarío Greco, no fue tarea fácil pero aprovechó la gran diferencia de tamaño para esquivar sus golpes y escurrirse de sus agarres de todas las formas posibles. Al final consiguió desestabilizarlo golpeándolo en el tobillo.

-Joder, ¿eres flexible eh?.-Dijo Greco medio arrodillado, Anya simplemente sonrió con orgullo.

-Si eres igual en la cama, lo fliparán.-Dijo Gustabo (aposta) mirando de reojo a Volkov, que este lo único que hizo fue hacerse el desentendido con un leve rubor en las mejillas.

-Vamos a ver muñeca.-Contestó el superintendente acercándose a ella.-Aunque tuvieras un rango mayor en tu puto pueblo, aquí comenzarás siendo una alumna, vas a recoger toda la mierda que hay, al igual que Gustabín y Horacio ¿Comprendes?.

-10-4 señor, ningún problema.-Dijo Anya mirando a su superior a los ojos con determinación.

-Muy bien, serás alumna del comisario Greco, así que todas las dudas y lloriqueos a él.-Dijo Conway señalando al de la barba.-Greco dale su uniforme, ahora te daré tu placa espera aquí.- Conway desapareció de la sala.

-Dime tus tallas y te traigo el uniforme en 0'.-Dijo Greco ya levantado, Gustabo empezó a reír y se acercó a Volkov.

-El papu debería haberte dado a ti esa tarea, seguro que te sabes sus tallas de memoria.-Le susurró Gustabo al comisarío peligrís. Volkov simplemente ignoró el comentario y haciendose el loco salió de la sala.

Conway volvió con la placa y se la entregó a Anya, esta se volvía a sentir más llena de vida, recordó a su viejo amigo Eric y juró que trabajaría duro por los dos.

-Greco enseñale las instalaciones, proporcionale una radio y presentale a los demás.-Contestó el superintentende.- ¿Y tu que coño haces? ¡Mueve el puto culo!.-Riñió a Gustabo.

-Joder nadie me deja descansar.-Aunque Gustabo se había quejado, no podía ignorar que a partir de ahora, se lo pasaría muy bien en el trabajo.






Mi señor comisario VolkovDonde viven las historias. Descúbrelo ahora