—No entiendo lo que pasa contigo —dijo Casio, dirigiéndose a su hermano—, pero tiene que terminar ahora mismo.
Rufus mantuvo su actitud desafiante, y cuando habló lo hizo no solo para Casio, sino que miró también a los guardias y nobles presentes, acompañando sus palabras con ademanes teatrales. Empezó por señalar a Casio con el dedo índice, y lo blandió como si fuera una espada.
—Me pasa que estoy preocupado. Dijiste que habías hecho un pacto con las hadas antes de la batalla, no fui el único que lo escuchó. Luego, apareció de la nada ese chico raro. Lo vi volar, no es humano. ¿Crees que las hadas trabajan gratis? Todo el mundo sabe que las hadas engañan, que son caprichosas. No se puede confiar en ellas, y ahí estás tú dejándote hechizar por una, sin tomar ningún tipo de precaución. ¡Abre los ojos!
La declaración de Rufus provocó una reacción en cadena entre quienes observaban, que empezaron a repetir las frases que acababan de oír. Casio estaba entre la espada y la pared. Era verdad que las hadas tenían reputación de engañosas, pero ¿a cuántas habían conocido? Lo que tomaban como realidad eran solo generalizaciones basadas en rumores.
—Él no es peligroso —dijo Casio, exasperado—, y tú no estás preocupado por mí. Tú lo capturaste porque querías usarlo.
—¿Eso te dijo? —preguntó Rufus—. ¿Y le crees a alguien que acabas de conocer, en lugar de a tu hermano que te salvó la vida hace unas semanas en batalla? Podría haberte dejado morir esa vez, y quedarme con el trono si eso quisiera, ¿verdad? —exclamó, volviéndose hacia el público, que asintió—. Es cierto, lo capturé antes: para apartarlo de ti, porque sospeché que te estaba usando. Y ahora me da la razón, porque se las ha ingeniado para ponerte contra mí. ¡Mandaste a que me detuvieran, como si fuera un criminal!Los susurros y miradas acusadoras se hicieron sentir más que nunca. Casio percibió movimientos a sus espaldas, y trató de disolver la tensión que agarrotaba sus músculos respirando hondo. Dion dio un paso adelante.
—¡Me lastimaste! —le dijo a Rufus—. ¡Querías mi magia!
—No se dejen engañar por su apariencia inofensiva —advirtió Rufus, y señaló a Dion, que se detuvo donde estaba—. ¿Quieren entregarle el reino a un hada?
—Yo no quiero su reino —replicó Dion.
—¿Qué quieres, entonces? Pasan los días y sigues aquí.
La narrativa se ajustaba perfectamente a la versión de Rufus. Casio echó un rápido vistazo a su alrededor, para evaluar sus opciones: Rufus y sus aliados frente a él, y la salida bloqueada por guardias. Estaba rodeado. Escapar significaría enfrentar a decenas de personas a la vez.
Luego estaba Dion, que en lugar de huir o volverse invisible, permanecía inmóvil junto a él. Imaginó que entendía que desaparecer también perjudicaría a Casio, y lo dejaría solo frente a todos para defender lo imposible. Sin embargo, Casio necesitaba que se fuera para que los dos tuvieran una oportunidad de salvarse, así que decidió jugar el juego de Rufus. Se volvió hacia Dion y dijo, desenvainando su espada:
ESTÁS LEYENDO
El príncipe de las hadas (completa)
Fantasy(LGBT+) Un joven rey invoca a un príncipe hada para realizar un ritual mágico que mejore su suerte. ¿Qué tan mal podrían salir las cosas cuando el amor surja entre ellos? Fantasía/aventura/romance. Ganadora de un par de premios en los Wattys 2021...