(LGBT+) Un joven rey se enamora de un príncipe hada al que invocó para mejorar su suerte. Ese encuentro los llevará a descubrir un secreto oscuro que los pondrá en peligro.
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Dion es un príncipe hada que siempre ha tenido interés en el mundo de...
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Dion no tuvo tiempo de indagar más sobre la identidad de la figura blanca, cuyos contornos no llegaba a distinguir con total claridad. Antes de que pudiera, la conexión con ella se cortó, aunque estaba seguro de saber cómo llegar al lugar donde se encontraba. Por lo que Casio había contado de la batalla anterior, tenía que tratarse de quien acompañaba a la reina guerrera.
Al salir del trance, el frío que sentía fue reemplazado por un cosquilleo efervescente, mientras se cercioraba de que sí, algo en su interior le permitiría llegar adonde ella estaba. Una brújula interna lo guiaría, si decidía aceptar la propuesta; la fuente del mensaje era un lugar más allá de Doslunas, aunque no demasiado lejos. Allí, escondida por magia de ojos intrusos, se estacionaba la reina con su ejército. Lo preocupante era que la figura blanca lo hubiera invitado, como si no le importara ser descubierta.
Dion abrió los ojos y notó que a su alrededor flotaban algunos rastros de escarcha. Se encontró también con que Casio y Drustan, ambos todavía con sus apariencias femeninas, lo contemplaban en silencio. Casio se veía intrigado, mientras que el rostro de Drustan, que tenía la boca abierta, estaba desfigurado por la sorpresa. Parecía haber olvidado a Cora, aunque fuera por el momento.
Con un movimiento grácil, Dion bajó al suelo y anunció:
—Creo que sé dónde se esconde la reina.
—¿Cómo...? —preguntó Casio, dando unos pasos hacia él.
—Estaba buscando el origen de este frío, y la brisa me lo contó.
—Realmente estás mejorando el uso de tus poderes. —Casio tomó una de las manos de Dion entre las suyas, y una corriente chispeante circuló entre ellos. Como si acabara de entender lo que Dion se había guardado, Casio dijo entonces—: Pero te preocupa lo que descubriste.
—A través del viento, ella me invitó a ir. La de blanco. La que tú viste en la batalla. No tiene miedo.
—Un ejército como el que tiene ella no tiene por qué temerle a un grupo pequeño, pero ella no sabe que vamos a Doslunas. Si conseguimos concretar una alianza y nos movemos hacia donde están ellas, quizás podamos tomarlas por sorpresa. ¿Qué crees?
Dion suspiró. No estaba seguro de que fuera a ser tan fácil. Tenía la invitación incrustada en lo profundo de su mente, y esta latía con insistencia. Estaba cargada de una fuerza tan sigilosa como invasiva. Sacudió la cabeza para despejarse y pensó antes de responder:
—Podría ser. No hizo referencia a saber nada más sobre mis circunstancias, ni a ti. ¿Será que me quiere por la misma razón que Dalia? Quizás me equivoqué al abrirme para escucharla...
Mientras Casio le ofrecía unas palabras de consuelo, Drustan se mantuvo a una distancia respetuosa, con la cabeza gacha, aunque la mirada se le escapaba hacia el epicentro de atención una y otra vez, y la curiosidad hacía que sus ojos se vieran más grandes que de costumbre.