--Si, creo que tenemos una copia en el estante nueve de la tercera góndola.
--Muchas gracias--Le respondió el europeo al hombre que trabajaba en aquella biblioteca.
Le gustaba pasar su tiempo libre en la biblioteca, era tranquilo y silencioso, calmado, sin nadie que lo moleste. Le gustaba leer, quizás por culpa de su padre, él le leía libros de pequeño, pero no le gustaba pensar en eso, no eran buenos recuerdos los de su padre. A sus hermanos también les gustaba leer pero eran demasiado sociales como para ir a encerrarse a una biblioteca.
Al llegar a la góndola se acercó al estante de metal color negro, buscando el libro que su hermano mayor le había recomendado, un libro latino, según Bielorrusia un muy buen libro de un buen escritor, así que como no tenía nada mejor que hacer, decidió que leerlo era un buen modo de pasar su tiempo libre.
--¿Que busca?--Preguntó un chico por detrás suyo, un bibliotecario de su edad al parecer, rubio con un acento al parecer extranjero ¿Francés o inglés?
--"Rayuela" De Julio Cortázar, el chico de la caja dijo que aquí estaría.
--Si, pero la última copia la tiene un chico rubio en la mesa de allí--Señaló una mesa al final de la góndola, de madera, con un chico con capucha y algo erguido--Cada tanto lo lee, si se lo pides seguramente te lo dé ¿Para que lo necesitas?
"Cotilla" Pensó al instante el europeo ante la innecesaria información y la injustificada pregunta del rubio--Leerlo solamente, gracias.
Se alejó del más alto, dejando a el canadiense con la palabra en la boca, no le gustaba la gente así, o la gente ya para resumir. Se acercó a paso rápido hacia el chico de capucha, el cual al parecer parecía bastante concentrado en lo que leía ya que no se había dado cuenta de que se estaba acercando.
Al llegar a su lado lo vio mejor, carajo, era Argentina, pero era un serio y concentrado Argentina, un muy lindo y perfecto Argentina con lentes. Si sólo el rubio fuera así de lindo y sereno siempre, pero no, cuando le hablara el drástico e insoportable latino de siempre aparecería y arruinaría esa bonita cara. De igual manera le sorprendió, no sabía que el rubio sabía leer siquiera.
--No, Canadá, no quiero un libro eró...--Subió la mirada mientras hablaba, encontrando en vez de la cara de su amigo semi-anglosajón a la cara seria de Ucrania con una ceja alzada y cruzado de brazos, se sentó mejor en la silla y le sonrió con esa sonrisa que derretía a quien la recibía, lástima que con Ucrania no funcionaba--Holi.
No contestó, simplemente se movió a un lado y se dirigió a otra góndola de libros, estaba seguro que ningún libro valía tanto la pena como para tener que hablar con el latino.
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Lo que deseas // UcrArg
Short Story--Sé lo que realmente deseas.--Susurró el argentino desde detrás de él, un siseo en el oído, provocando que este se estremezca, pero aún así sin apartarse.--Si sólo queres un poco más de confianza intenta dejar de ser un fraude, Dios griego-- Pero e...