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Los rayos de Luna caían sobre todo el pueblo de Avonlea. Una sombra corría a través de los bosques y no paró hasta llegar a la casa de los Laurence.

- ¡Por favor! ¡Abran la puerta! ¡Es una urgencia! – gritaba aquella sombra mientras golpeaba la puerta para que le abriesen y las lágrimas iban cayendo al suelo.

- ¿Diana? ¿Qué haces aquí? - preguntó una dormida _______ al ver a su amiga.

- _______, por favor, te necesito en mi casa mientras voy a buscar más ayuda. Mi-Minnie May está enferma y necesito que alguien se quede con ella. Por favor. – dijo Diana lloriqueando.

- Claro, me pongo el abrigo y voy.

- ¿______, qué pasa? ¿Diana?

- Lizzie, Minnie May está muy enferma. Debo de ir a cuidarla mientras Diana va a buscar ayuda.

- Por favor, Elizabeth.

- Claro, ve. Toma el abrigo y ve corriendo.

- Dios, gracias, Lizzie.

- Iré lo antes posible con ayuda. – gritó Diana antes de salir corriendo.

- ______, ten cuidado por el camino. Después pasaré por ti.

- Gracias, Lizzie. Te quiero. – gritó la morena mientras se ponía su abrigo y se iba a la casa de los Barry. Cuando llegó, llamó a la puerta y le abrió una señora mayor.

- ¿Quién eres? ¿Qué haces aquí?

- Soy ______, ______ Laurence March. Diana acaba de venir a mi casa para que cuidase a Minnie May mientras iba a Tejas Verdes, señora. ¿Dónde está Minnie May?

- Está en la cocina.

- Gracias. – susurró ______ para dirigirse a la cocina - ¡Minnie May! Ya estoy aquí, tranquila. Diana vendrá en poco tiempo con Anne. – le dijo a la pequeña Barry. Minnie May asintió; ya que apenas tenía fuerzas para hablar. ________ cogió en brazos a Minnie May y se sentó con ella en la ventana; había oído a su abuela que eso bajaría la fiebre que tenía.

- ¡Ya estamos aquí! – gritó Diana al entrar a la cocina. La pelinegra se sentó junto a _______ agarrando a Minnie May mientras Anne fue a calentar agua.

- Levantadla. Procurad que esté erguida. – les dijo Anne mientras dejaba el cazo con agua al lado de ellas. – Debemos de ablandar las flemas que la ahogan. – Minnie May no para de toser y cada vez le costaba más respirar. – Hemos gastado casi toda la ipecacuana. Ya solo queda una dosis. A ver si se estabiliza antes de tener que usarla.

- Esta ardiendo.

- Acercadla más a la ventana. El aire frío la aliviara.

- ¿Qué demonios creéis que estáis haciendo? ¿Queréis que también se muera congelada?

- El aire frío es el mejor amigo del médico para la laringitis.

- ¡Tú no eres médico! ¡Y no os lo voy a consentir!

- Sé lo que me hago. Perdón. Si pudiera apartarse, por favor.

- ¡Vaya! Dios santo, salva a esta niña.

- Tranquila, Minnie May.

- ¿Ves la Luna? ¿No es preciosa? Te está cuidando.

- Ojalá tuviera menta o eucalipto; para hacer un emplasto. Iré a por una cebolla. Perdone.

- ¿Cuánto más va a tardar en venir el dichoso médico? ¡Oh, cuánto odio el campo!

š‹šˆš“š“š‹š„ š–šŽšŒš€š - š‰.šš€š˜šš€š‘šƒDonde viven las historias. DescĆŗbrelo ahora