Capítulo 21

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Pues resulta que Mireia acabó siendo de mucha ayuda. 

Como era tan animada, se llevaba bien con todo el mundo, y resultó una espía genial, por que no pasaba nada de lo que ella no se enterara, y luego nos contaba todo lo que averiguaba. Cualquier pequeño detalle podía ser importante. Además, era amiga de la infancia de Arturo, uno de nuestros sospechosos, y la única capaz de sacarle durante un rato de su estado de depresión. Gracias a ella, descubrimos que Arturo en realidad sí que podía hacer magia, pero que por culpa de su depresión, y al estar ligada a su fuerza vital, esta era demasiado débil, y cuando la usaba solía ponerse enfermo.

Arturo estaba descartado.

Mientras tanto, Tony empezó a investigar a Esther (yo le dije que lo mejor es que se hiciera amigo suyo, pero no se le dan bien las personas), y Félix y yo seguimos buscando información. No pasó mucho tiempo antes de que empezáramos a conseguir resultados.

Llevábamos un tiempo sabiendo que había problemas en la fortaleza, pero no sabíamos que eran tan graves como descubrimos luego. La cifra de magos luciérnaga se había triplicado desde hacia unos años, y los nuestros eran cada vez menos; como resultado, estábamos perdiendo la guerra, y la barrera aún no se había desintegrado del todo, así que el futuro no era muy prometedor. Y, sí, he dicho "los nuestros". A estas alturas, aunque no fuera una maga, me sentía parte de este mundo, y estaba dispuesta a luchar para proteger a la gente que me había acogido y (¿por que no?) vengar a mi padre. Para bien o para mal, estaba dentro del equipo, todavía pequeño, pero pensaba ampliarlo pronto. Primero iba a hablar con Mary, a ver que podía decirme de su amiga Inés.

Fui a la habitación a buscarla, pero no estaba. Mientras estaba allí, entró Jane. 

Jane. No había hablado mucho con ella últimamente. Después del accidente en el entrenamiento, se había vuelto mucho más reservada, y yo había notado que le costaba mirarme a la cara, pero yo no quería que se sintiera así. Sabía que no había sido adrede.

-Si buscas a Mary, te aviso de que no está. Se ha unido a una misión para vigilar los movimientos de los magos luciérnaga. Se ha ido esta mañana, y seguramente tardará más de una semana en volver. Si buscas a Tony, está espiando a esa chica, Esther, como un bicho raro. Si buscas a Baby Jack, está en la guardería de la fortaleza, en el tercer piso. Y si me buscas a mí, aquí estoy.

-En realidad estaba buscando a Mary... ¿Como es que se la han llevado de misión? Es muy joven, y no tiene apenas entrenamiento.

-Sí, pero últimamente ha estado haciendo muchos progresos, y como andamos justos de personal, se la han llevado para probar si puede sumarse a las filas de luchadores. Si me necesitas... estaré por ahí.

Se dio la vuelta para irse, pero la detuve.

-¡Jane! No quiero que te sientas culpable por lo que pasó, no fue culpa tuya, fue mía, no debería haber estado allí, sabía de sobra que era peligroso, pero era demasiado tentador ver como entrenabais, y yo no tenía nada más que hacer... Fue mi culpa, no la tuya.

-Estuviste a punto de morir por que yo no supe como controlar mi magia. Si pienso en lo cerca que estuvo... No puedo perdonarme.

Dicho esto, salió de la habitación con lágrimas en los ojos, y yo, como tonta, me quedé parada sin hacer nada. 

Un segundo después de que se cerrara la puerta detrás de ella, escuché su grito.

Oscuridad luminosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora